martes, 25 de agosto de 2009

Ascenso material y descenso moral en Lázaro de Tormes.



Toda la imágen de hambruna, desolación y miseria que esconde la picaresca española en la obra Lazarillo de Tormes, se puede sintetizar en una frase que encontramos en el Tratado Primero, dice:
"Huelgo de contar a Vuestra Merced estas niñerías, para mostrar cuánta virtud sea saber los hombres subir siendo bajos, y dejarse bajar siendo altos, cuánto vicio".
Esta frase nos lleva a la última del Prólogo, en la justificación que hace el personaje de sus andanzas y de su buena fortuna, al final del libro: "(...) y también porque consideren los que heredaron nobles estados cuán poco se les debe, pues fortuna fue con ellos parcial, y cuánto más hicieron los que, siéndoles contraria con fuerza y maña remando salieron a buen puerto".
En nota a pie de página nos hace saber el editor que esta idea describe perfectamente la estructura de la obra: ascenso material y descenso moral. Y así es si vemos las desventuras de Lázaro, que terminan cuando se asienta con un alguacil y...
"En ese tiempo, viendo mi habilidad y buen vivir, teniendo noticia de mi persona el señor Arcipreste de San Salvador [Iglesia parroquial de Toledo], mi señor, y servidor y amigo de Vuestra Merced, porque le pregonaba sus vinos, procuró casarme con una criada suya. Y visto por mí que de tal persona no podía venir sino bien y favor, acordé de lo hacer. Y así, me casé con ella, y hasta ahora no estoy arrepentido. Porque allende de ser buena hija y diligente, servicial, tengo en mi señor arcipreste todo favor y ayuda. Y siempre en el año le da, en veces, al pie de una carga de trigo; por las Pascuas, su carne; y cuando el par de los bodigos, las calzas viejas que deja. E hízonos alquilar una casilla par de la suya. Los domingos y fiestas casi todas las comíamos en su casa.
Mas malas lenguas, que nunca faltaron ni faltarán, no nos dejan vivir, diciendo no sé qué y sí sé qué, de que ven a mi mujer irle a hacer la cama y guisalle de comer. Y mejor les ayude Dios que ellos dicen la verdad (...) Señor -le dije-, yo determiné de arrimarme a los buenos. Verdad es que algunos de mis amigos me han dicho algo deso, aún por más de tres veces me han certificado que antes que conmigo casase había parido tres veces (...) Entonces mi mujer echó juramentos sobre sí, que yo pensé que la casa se hundiera con nosotros. (...) Y así quedamos todos tres bien conformes (...) antes, cuando alguno siento que quiere decir algo della, le atajo y le digo:
-Mira, si sois amigo, no me digáis cosa con que me pese, que no tengo por mi amigo al que me hace pesar. Mayormente, si me quieren meter mal con mi mujer, que es la cosa del mundo que yo más quiero, y la amo más que a mí, y me hace Dios con ella mil mercedes y más bien que yo merezco. Que yo juraré sobre la hostia consagrada que es tan buena mujer como vive dentro de las puertas de Toledo. Quién otra cosa me dijere, yo me mataré con él".
[Lazarillo de Tormes, Joseph V. Ricapito (ed.), Madrid, Cátedra, 11ª ed., 1983, págs. 96-97, 110, 201-204].

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