Erich Fromm en su excelente capítulo IV: "Los dos aspectos para la libertad en el hombre moderno", de su magnífico libro El miedo a la libertad, aclara los pensadores y escritores que predestinaron la forma de actuación "alienada" del hombre moderno. Kierkegaard describe al individuo desamparado, atormentado y lacerado por la duda, abrumado por el sentimiento de su soledad e insignificancia. Nietzsche tiene la visión nihilista del superhombre, negación del individuo insignificante y sin meta que observaba en la realidad. El tema de la impotencia del hombre moderno la expresa mejor que ningún otro Franz Kafka en El castillo donde un hombre quiere hablar con los misteriosos habitantes de un castillo, que se supone le dirán todo lo que tiene que hacer y cuál es su lugar en el mundo. Toda la vida de ese individuo se resume en sus frenéticos esfuerzos por alcanzar a esas personas, sin lograrlo nunca: al final queda solo, con el sentimiento de su total desamparo y futilidad. Pero lo que me interesa de este razonamianto es el sentimiento de aislamiento que coje Fromm de la obra de Julian Green Personal Record, (1928-1939):
"Sabía que nosotros significábamos poco en relación con el universo, sabía que no éramos nada; pero el hecho de ser nada de una manera tan inconmensurable me parece, en cierto sentido, abrumador y a la vez alentador. Aquellos números, aquellas dimensiones más allá del alcance del pensamiento humano nos subyugan por completo. ¿Existe algo, sea lo que fuere, a que podamos aferrarnos? En medio de este caos de ilusiones en el que estamos sumergidos de cabeza, hay una sola cosa que se erige verdadera: el amor. Todo el resto es la nada, un vacío hueco. Nos asomamos al inmenso abismo negro. Y tenemos miedo".
[Erich Fromm, El miedo a la libertad, Barcelona, Paidós, 6ª reimp., 1982, pág. 158].
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