sábado, 29 de agosto de 2009

Testimonio de los antiguos clásicos en favor de la necedad.


El Humanista Erasmo de Rotterdam (1467-1536) escribe Laus stulticiae (Elogio de la necedad) entre 1508-1509, conocida luego bajo el título de Elogio de la locura. Voy a copiar su capítulo LXII titulado: "Testimonio de los antiguos clásicos en favor de la necedad: Horacio, Homero, Cicerón", que dice lo siguiente:
"En primer lugar, todo el mundo, gracias a un conocidísimo proverbio, que a falta de una cosa, conviene aparentar que se tiene. En virtud de este principio, se enseña cuerdamente a los niños esta máxima: Hacerse el tonto en la ocasión es el colmo de la sabiduría. ¡Juzgad ya vosotros mismos si la necedad será un gran bien, hasta cuando su engañosa sombra y mera imitación ha merecido de los doctos tantos encomios!
Horacio, aquel grueso y rozagante cerdo de la piara de Epicuro, se expresa todavía con franqueza, cuando aconseja que se mezcle la necedad con sabiduría, aunque añade, no con mucho acierto, que en pequeña proporción. En otra parte dice que es agradable tontear de cuando en cuando, y agrega en otro pasaje que es preferible pasar por extravagante y por menguado, que no por sabio desabrido. Ya en Homero, Telémaco, a quien el poeta ensalza en todos respectos, es apellidado algunas veces párvulo, que es con el que los trágicos suelen denominar con gusto a los niños y a los jóvenes, como cosa de buen augurio. ¿Qué relata, en resumidas cuentas, el divino poema de la Ilíada sino las pasiones de los reyes y de los pueblos necios? Por último, ¿qué elogio hay más hermoso que el de Cicerón, cuando dice que el mundo está lleno de necios, sabido, como es, que el mayor bien es el que se extiende a mayor número de personas?



jueves, 27 de agosto de 2009

La Ilíada y Shakespeare

Shakespeare escribe un drama Troilo y Crésida (1601-1602), cuyo transfondo es la Ilíada de Homero. Aquí vemos la más complicada figura de Ulises que conocemos, para el crítico Harold Bloom: "El Ulises de Shakespeare, parodia de todos los políticos, ni miente ni dice la verdad sino que habla de las cosas del mundo, y esta es una de las cualidades pragmáticas que hace de Troilo y Crésida quizás la más compleja de las obras de Shakespeare". Personalmente también me parece un drama complicado, donde la figura principal no es el héroe semidios Aquiles, sino el más tardío hombre Ulises (Odiseo en griego), héroe de La Odisea. Ya hablaremos largo y tendido de esta obra, mucho más entretenida y contemporánea nuestra que la Ilíada.
Pero me llama la atención del drama de Shakespeare un monólogo de Crésida sobre el amor, que dice: "Las mujeres son ángeles en tanto que se les hace la corte; una vez conseguidas, las cosas pierden su precio. El alma del placer está en la persecución. La mujer amada no sabe nada si no sabe que los hombres estiman lo que no han conseguido en más de lo que vale. Aún está por nacer la mujer que ha encontrado tantas dulzuras en el amor triunfante como en el amor suplicante. De la experiencia del amor es de donde extraigo esta máxima: <<El que ha conseguido es un amo; el que no ha conseguido es un esclavo>>; así que, aun cuando mi corazón se sienta dichoso de otorgarle un fiel amor, mis ojos no lo darán a entender".
A mí, que personalmente me atrae la figura femenina como el conocimiento por excelencia, recuerdo lo que Octavio Paz decía de un poeta: "Para Rubén Darío, como para todos los grandes poetas, la mujer no es solamente un intrumento de conocimiento, sino el conocimiento mismo. El conocimiento que no poseeremos nunca, la suma de nuestra definitiva ignorancia: el misterio supremo". Con lo que afirmo que la figura femenina representada por Shakespeare es igual de universal que la que vemos hoy día en nuestro mundo. Hic et nunc.
[Harold Bloom, Genios, Barcelona, Anagrama, 2005, pág. 608; William Shakesperare, Obras Completas, Madrid, Aguilar, 2003, 2 vols. II, pág. 570; Octavio Paz, El laberinto de la soledad, Enrico Marco Santí (ed.), Madrid, Cátedra, 8ª ed., 2002, pág. 204].

martes, 25 de agosto de 2009

Ascenso material y descenso moral en Lázaro de Tormes.



Toda la imágen de hambruna, desolación y miseria que esconde la picaresca española en la obra Lazarillo de Tormes, se puede sintetizar en una frase que encontramos en el Tratado Primero, dice:
"Huelgo de contar a Vuestra Merced estas niñerías, para mostrar cuánta virtud sea saber los hombres subir siendo bajos, y dejarse bajar siendo altos, cuánto vicio".
Esta frase nos lleva a la última del Prólogo, en la justificación que hace el personaje de sus andanzas y de su buena fortuna, al final del libro: "(...) y también porque consideren los que heredaron nobles estados cuán poco se les debe, pues fortuna fue con ellos parcial, y cuánto más hicieron los que, siéndoles contraria con fuerza y maña remando salieron a buen puerto".
En nota a pie de página nos hace saber el editor que esta idea describe perfectamente la estructura de la obra: ascenso material y descenso moral. Y así es si vemos las desventuras de Lázaro, que terminan cuando se asienta con un alguacil y...
"En ese tiempo, viendo mi habilidad y buen vivir, teniendo noticia de mi persona el señor Arcipreste de San Salvador [Iglesia parroquial de Toledo], mi señor, y servidor y amigo de Vuestra Merced, porque le pregonaba sus vinos, procuró casarme con una criada suya. Y visto por mí que de tal persona no podía venir sino bien y favor, acordé de lo hacer. Y así, me casé con ella, y hasta ahora no estoy arrepentido. Porque allende de ser buena hija y diligente, servicial, tengo en mi señor arcipreste todo favor y ayuda. Y siempre en el año le da, en veces, al pie de una carga de trigo; por las Pascuas, su carne; y cuando el par de los bodigos, las calzas viejas que deja. E hízonos alquilar una casilla par de la suya. Los domingos y fiestas casi todas las comíamos en su casa.
Mas malas lenguas, que nunca faltaron ni faltarán, no nos dejan vivir, diciendo no sé qué y sí sé qué, de que ven a mi mujer irle a hacer la cama y guisalle de comer. Y mejor les ayude Dios que ellos dicen la verdad (...) Señor -le dije-, yo determiné de arrimarme a los buenos. Verdad es que algunos de mis amigos me han dicho algo deso, aún por más de tres veces me han certificado que antes que conmigo casase había parido tres veces (...) Entonces mi mujer echó juramentos sobre sí, que yo pensé que la casa se hundiera con nosotros. (...) Y así quedamos todos tres bien conformes (...) antes, cuando alguno siento que quiere decir algo della, le atajo y le digo:
-Mira, si sois amigo, no me digáis cosa con que me pese, que no tengo por mi amigo al que me hace pesar. Mayormente, si me quieren meter mal con mi mujer, que es la cosa del mundo que yo más quiero, y la amo más que a mí, y me hace Dios con ella mil mercedes y más bien que yo merezco. Que yo juraré sobre la hostia consagrada que es tan buena mujer como vive dentro de las puertas de Toledo. Quién otra cosa me dijere, yo me mataré con él".
[Lazarillo de Tormes, Joseph V. Ricapito (ed.), Madrid, Cátedra, 11ª ed., 1983, págs. 96-97, 110, 201-204].

lunes, 24 de agosto de 2009

Erich Fromm y Julian Green....




Erich Fromm en su excelente capítulo IV: "Los dos aspectos para la libertad en el hombre moderno", de su magnífico libro El miedo a la libertad, aclara los pensadores y escritores que predestinaron la forma de actuación "alienada" del hombre moderno. Kierkegaard describe al individuo desamparado, atormentado y lacerado por la duda, abrumado por el sentimiento de su soledad e insignificancia. Nietzsche tiene la visión nihilista del superhombre, negación del individuo insignificante y sin meta que observaba en la realidad. El tema de la impotencia del hombre moderno la expresa mejor que ningún otro Franz Kafka en El castillo donde un hombre quiere hablar con los misteriosos habitantes de un castillo, que se supone le dirán todo lo que tiene que hacer y cuál es su lugar en el mundo. Toda la vida de ese individuo se resume en sus frenéticos esfuerzos por alcanzar a esas personas, sin lograrlo nunca: al final queda solo, con el sentimiento de su total desamparo y futilidad. Pero lo que me interesa de este razonamianto es el sentimiento de aislamiento que coje Fromm de la obra de Julian Green Personal Record, (1928-1939):

"Sabía que nosotros significábamos poco en relación con el universo, sabía que no éramos nada; pero el hecho de ser nada de una manera tan inconmensurable me parece, en cierto sentido, abrumador y a la vez alentador. Aquellos números, aquellas dimensiones más allá del alcance del pensamiento humano nos subyugan por completo. ¿Existe algo, sea lo que fuere, a que podamos aferrarnos? En medio de este caos de ilusiones en el que estamos sumergidos de cabeza, hay una sola cosa que se erige verdadera: el amor. Todo el resto es la nada, un vacío hueco. Nos asomamos al inmenso abismo negro. Y tenemos miedo".

[Erich Fromm, El miedo a la libertad, Barcelona, Paidós, 6ª reimp., 1982, pág. 158].