"Podría incluso reconocerse en el fondo del pensamiento griego una ambigüedad análoga en lo que concierne a las relaciones de los hombres y los dioses. Los poetas como Homero y
Píndaro repiten incansablemente que los hombres y los dioses
pertenecen a razas por completo diferentes, que el hombre no
debe intentar igualarse a los dioses. «No ignores tus límites,
conténtate con ser un hombre, conócete a ti mismo»: tales son
las máximas que definen la sabiduría griega. Sin embargo en
ciertos medios, sectas religiosas o escuelas filosóficas se observa
una orientación del pensamiento muy diferente. Se recomienda
al hombre que desarrolle en él su parte divina, que se haga,
en la medida de lo posible, semejante a la divinidad, que intente, por medio de la purificación, alcanzar una inmortalidad bienaventurada, hacerse dios".
[Jean-Pierre Vernant, Mito y sociedad en la Grecia antigua, Madrid, Siglo XXI, 1982, 4ª ed., 2003, pág. 100].
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