"En el palacio, en lo alto de la ciudad, la pata de cama que es un olivo
colocado en el corazón de la mansión y arraigado en la tierra de Ítaca establece
el vínculo entre el pasado y el presente. En el huerto, en los campos, lo
establecen las plantas y los árboles cuidadosamente cultivados. Los árboles
plantados tiempo atrás han crecido. Como testigos veraces, mantienen la
continuidad entre los tiempos en que Ulises era un chiquillo y la época actual,
en que ha llegado al umbral de la vejez. Al escuchar esta historia, ¿no hacemos
lo mismo, no unimos el pasado, la marcha de Ulises, con el presente, su
regreso? Tejemos a la vez su separación de Penélope y su reencuentro con ella.
En cierto modo, el tiempo de la memoria queda abolido, incluso cuando se
recupera al seguir el hilo de la narración. Abolido y representado, porque el
propio Ulises no ha cesado de conservar en la memoria la idea del retorno,
porque Penélope no ha dejado de conservar en la memoria el recuerdo del
Ulises de su juventud.
Ulises duerme con Penélope, y se sienten como en su noche de bodas. Se
reencuentran como jóvenes esposos. Atenea detiene el carro del sol para que el
día no se alce demasiado pronto y el alba se demore. Esa noche fue la más larga
para todo el mundo. Se miran, se cuentan sus aventuras y sus desdichas. Todo
vuelve a ser como antes, parece que el tiempo se ha borrado. A la mañana
siguiente, los familiares de los pretendientes, que se han enterado del
homicidio, claman venganza; aparece una cohorte de parientes, de hermanos,
de primos, de aliados, con las armas en la mano, para luchar contra Ulises,
Telémaco, Laertes y sus fieles servidores. Atenea impide el enfrentamiento. No
habrá lucha, la tregua, la paz y la concordia se han restablecido. Ahora, en Ítaca,
todo vuelve a ser como antes, hay un rey y una reina, hay un hijo, hay un padre,
hay unos criados, ha renacido el orden. El canto del aeda puede celebrar para todos los hombres de todas las épocas y en toda su gloria la memoria del
regreso".
[Jean-Pierre Vernant, El universo, los dioses, los hombres. El relato de los mitos griegos, Barcelona, Anagrama, 2000, págs. 96-97].
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