La diosa y hechicera Circe, hija de Helios y Perseis, la que transformaba a sus enemigos en animales, como así hizo convirtiendo en puercos a la mitad de la tripulación de Ulises, y que dedicaba el tiempo en trabajar en un gran telar, se enamora del héroe homérico y dicen que tuvieron tres hijos, como así nos cuenta Hesíodo al final de su Teogonía: Agrio, Latino y Telégono; mientras Dionisio de Halicarnaso cita a Xenágoras el historiador que afirmaba que los tres hijos de Odiseo y Circe se llamaban Romo, Antias y Árdeas, epónimos de Roma, Anzio y Ardea respectivamente.
Cuando Odiseo, es decir Ulises, despierta de su dulce amancebamiento con la diosa y piensa en seguir el viaje hacia casa, ésta le dice:
"Hijo de Laertes, de linaje divino, Odiseo rico en ardides, no permanezcáis más tiempo en mi palacio contra vuestra voluntad. Pero antes tienes que llevar a cabo otro viaje; tienes que llegarte a la mansión de Hades y la terrible Perséfone para pedir oráculo al alma del tebano Tiresias, el adivino ciego, cuya mente todavía está inalterada. Pues sólo a éste, incluso muerto, ha concedido Perséfone tener conciencia; que los demás revolotean como sombras.
Así dijo, y a mí se me quebró el corazón. Rompí a llorar sobre el lecho, y mi corazón ya no quería vivir ni volver a contemplar la luz del sol".
[Homero, Odisea, Madrid, Cátedra, 11ª ed., 2000, pág. 198].
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