¡Tanto mar con luna amarilla
entre los dos, España! — y tanto mar, con sol del alba... —
... Parten,
entre la madrugada, barcos vagos,
cuyas sirenas tristes, cual desnudas,
oigo, despierto, despedirse
— la luna solitaria
se muere, rota ¡oh Poe ! sobre Broadway — ,
oigo despierto, con la frente
en los cristales yertos; oigo
despedirse una vez y otra, entre el sueño
— a la aurora no queda más que un hueco
de fría luz en donde hoy estaba
la negra mole ardiente — ,
entre el sueño de tantos como duermen
en su definitiva vida viva
y al lado
de su definitiva vida muerta...
¡Qué lejos, oh qué lejos
de ti y de mí y de todo, en esto
— los olivares de la madrugada — ,
al oír la palabra alerta — ¡muerte! —
dentro de la armonía de mi alma
— mar inmenso de duelo o de alegría — ,
a la luz amarilla
de esta luna poniente y sola, España!
Juan Ramón Jiménez, Diario de un poeta recién casado, Massachussetts,Selinsgrove: Susquehanna University Press, 2004, pág. 218.
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