domingo, 8 de julio de 2018

La muerte de Ulises



"Por el mismo tiempo, Telégono, al que Circe había tenido de Ulises y había criado en la isla Eea, cuando se hizo mayor, emprendió la marcha en busca de su padre, y llegó a Ítaca llevando en las manos una vara cuya punta estaba armada con el hueso de una tórtola marina [la espina de una raya, según Apolodoro], pues esa era la enseña de la isla en que había nacido. Luego, informado de donde vivía Ulises, vino a él. Allí, prohibiéndole los centinelas del campo entrar adonde estaba su padre, cuando se obstinaba con mayor vehemencia y se veía atacado desde lugares diversos, comenzó a gritar diciendo que era un crimen alejarlo del abrazo de su padre. Así, creyendo que Telémaco venía para atacar al rey, se le oponen más duramente aún, pues nadie sabía que Ulises tenía además otro hijo. Entonces el joven, cuando ve que se le expulsaba con tanto encono y por la fuerza, mata en un arrebato de cólera a gran número de centinelas, o los deja sin fuerzas, tras herirlos gravemente.
Cuando le llegó a Ulises noticia de ello, pensando que el joven era un enviado de Telémaco, salió a su encuentro y lanzó contra él una lanza que llevaba para protegerse. Pero, escapando el joven por casualidad de tal herida, arroja él mismo contra su padre la lanza que lo distinguía, con el fin de herirlo, el que sería un impacto sumamente desafortunado. Y al caer Ulises a resultas de aquella herida, se felicitaba de su fortuna y confesaba que le  habían hecho un gran favor, puesto que, asesinado por un extranjero, había librado a su queridísimo Telémaco de la acusación de parricidio. Luego, conservando todavía un resto de vida, preguntó al joven quién era, y viniendo de qué lugar se había atrevido a matarle a él, Ulises, hijo de Laertes, famoso en la paz y en la guerra. Entonces Telégono, dándose cuenta de que era su padre, se mesó con ambas manos los cabellos y prorrumpió en un llanto digno de compasión, apenado por haber sido el causante de la muerte de su padre. Y así, le informa a Ulises, según le pedía, de su nombre y el de su madre, de la isla en que había nacido, y por último, le muestra la enseña de la jabalina. De este modo Ulises, tras haberle venido a la mente el significado de los sueños amenazadores y la muerte que le habían augurado los intérpretes, herido por quien menos lo esperaba, murió tres días después, canoso ya y de edad avanzada, pero aun así todavía con ciertas fuerzas".
[Véase, Dictis Cretense, Diario de la guerra de Troya, recogido por Carlos García Gual, La muerte de los héroes, Madrid, Turner, 2016, págs. 58-59].
El cuadro corresponde a una escena de La Odisea, cuando el adivino Tiresias augura a Ulises su muerte.


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