miércoles, 6 de diciembre de 2017

LA LIGA DE LOS HOMBRES EXTRAORDINARIOS Y NUESTRA CONSTITUCIÓN DE 1978



Cómo siempre pasa en nuestra Historia, tanto la reciente como la antigua, extraordinaria y anecdóticamente, en un momento determinado sobresalen por encima de la mediocridad unos hombres que en la hora señalada y por encima de cualquier ideología son capaces de hacer algo para la posteridad de sus conciudadanos. 
El cúmulo de despropósitos de los que está plagada nuestra reciente historia política, en 200 años, dos guerras civiles, nueve constituciones y multitud de levantamientos y asonadas dieron paso, como siempre de soslayo y milagrosamente, a unas personas que siendo ciudadanos españoles se sintieron parte de Europa, del mundo occidental, antes que de nuestro primitivismo más malsano. Su generosidad, al hacernos entrega de la antorcha de la libertad, no deja de sorprender por el origen franquista de muchos de sus protagonistas. Pero sabemos que era un régimen descompuesto y en descomposición, que no podía obviar las advertencias de nuestros más conspiscuos aliados. El camino estaba trazado, con más sombras que luces, y con el cainismo espontáneo e íbero, propio de los hombres de la tierra de conejos. Somos más ácratas que obedientes, más emocionales que racionales y romper, justo en el último cuarto del siglo más nefando de la Historia de la Humanidad, con nuestro culto al maniqueísmo más puro y sibilino (enemigo de sus propios adeptos), fue un paso incomprensible e irrepetible. 
Mucho se ha hablado de esos días, y de los años posteriores, hasta la descomposición putrefacta del presente continuo. Son aquellos que no entienden que fue la bonhomía, necesaria y nunca suficiente, pero desinteresada y sobre todo honesta, lo que salvó a nuestro país de las garras de un bando sobre el otro, a la manera de siempre.
Por eso, los que la critican, ignorantes y tahúres de las utopías que terminan en ísmo, necesitarían varias miles de horas de estudio reposado (y sobre todo, comprendiendo lo leído también empáticamente) para ser dignos de una crítica razonada y constructiva.
Pero tampoco, aquellos cuyas comas quieren mantener, son realistas con los tiempos que vivimos y culpables somos todos, en muchas ocasiones, de no obedecer sus normas y principios. 
Necesitaremos buscar, difícil tarea, hombres dignos de nos y no de yo; del nosotros y no del mío, de lo de todos y no de lo de una parte y que humildemente quieran escribir la Historia sacrificando la propia por incomprendidos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario