Los libros antiguos cuentan sus propias historias, en la mayoría de las ocasiones son igual de hermosos que las historias que cuentan y guardan en su interior: el tesoro del paso del tiempo en el devenir del hombre. Leyéndolos nos damos cuenta de que el hombre siempre ha tenido las mismas inquietudes, pasiones y deseos; y que nuestra egocéntrica visión del mundo ya tuvo su inquietud y respuesta. Los libros antiguos nos interrogan sobre nuestra vida en el Mundo, y que otras vidas pasaron por el tiempo dejando la huella de su escritura; y en su reflejo vemos la imagen invertida de nuestra propia respuesta. Los libros antiguos huelen a otra época y nos trasladan a ella, sintiendo en sus respuestas las preguntas que siempre/nunca nos hicimos. Los libros antiguos son edificios conceptuales de transcendencias/intrascendencias mundanas, y nos miran mientras los leemos llenos de furia y dulzura. Los libros antiguos se hicieron para que disfrutemos de su lectura y no olvidemos a los que nos precedieron. Los libros antiguos sobrevivieron en el tiempo por causa del destino, otros muchos sucumbieron, bajo desastres naturales y por el odio del hombre, y esperan impacientemente que al leerlos sintamos lo mismo que los que los escribieron. Los libros antiguos esconden en su interior los tesoros del hombre.
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