La introducción escrita por Marx entre agosto
y septiembre de 1857 a su obra Para la crítica de la economía política, suprimida
en la edición de 1859, es uno de sus razonamientos sobre arte y literatura más
importantes. Explica su relación con ciertas formas de desarrollo social, la
evolución económica e ideológica, la conciencia social, en definitiva: los
reflejos ideológicos se configuran dependiendo de la época histórica. Otra idea
es la participación activa del sujeto en el concepto de belleza, el goce
estético a través del tiempo, la irrepetibilidad de la obra:
“Pero la dificultad no está
en entender que el arte y el epos griego están ligados a ciertas formas del desarrollo social. La
dificultad está representada por el hecho de que ellos siguen suscitando en
nosotros un goce estético y constituyen, en cierto aspecto, una norma y un
modelo inalcanzable (...) La fascinación que su arte ejerce sobre nosotros no
está en contradicción con el estadio social poco o nada evolucionado en que
maduró. Es, más bien, su resultado. Indisolublemente ligado con el hecho de que
las inmaduras condiciones sociales en que surgió y de las que únicamente pudo
surgir, no pueden volver a darse.”
Es en
esta obra donde el método materialista se encuentra en el concepto de alienación, o frustración del desarrollo
universal del individuo. También inviste al proletariado la misión histórica de
emancipar la sociedad, de acuerdo con la formulación de Tesis sobre Feuerbach, publicada
en 1845, según las cuales, es en la práctica y no en la teoría donde el hombre
tiene que demostrar la verdad de su pensamiento. Teoría y praxis constituyen
una cierta unidad y determinan todo el proceso de la realidad. Piensa que el desarrollo del
capitalismo avanzado crea una industria de la conciencia o industria cultural.
El capital se preocupa del valor de cambio, no del valor de uso, así, el afán
de riqueza ha sustituido el interés social de la cultura y el arte. Se crea así
un subarte para el consumo general de las masas, originando una falsa necesidad
o moda, lo que trae consigo la repetición de lo que tiene éxito. Tanto en la
importancia del valor de cambio, como en la división del trabajo que
caracterizan al capitalismo, descubre un proceso de mistificación y
fetichización de las obras de arte, dándose según él, la unión entre la
dialéctica histórica y la artística. La contradicción, el predominio del valor
de cambio sobre el de uso, trae consigo la alienación del lenguaje de los
productos artísticos, transformando las categorías culturales que sirven para
hacer una crítica de las obras de arte.
[K. Marx y F. Engels, Cuestiones de arte y literatura, Barcelona, Península, 1975,
págs. 44-47]. Octavio Paz recuerda esta palabras de Karl Marx en su ensayo Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, diciendo: "La dificultad no consiste en comprender que el arte griego y su época están ligados a ciertas formas del desarrollo social. La dificultad está en saber por qué todavía constituyen, para nosotros, una fuente de goce estético y por qué siguen siendo normas y modelos inalcanzables".
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