viernes, 21 de febrero de 2014

EL HÉROE DE LEVITA PARA BAUDELAIRE



"En cuanto al traje, la piel del héroe moderno (...) ¿no tiene este traje tan victimado, su belleza y su encanto indígena? ¿No es necesario el traje para nuestra época doliente, que lleva sobre sus espaldas negras y magras el símbolo de un duelo perpetuo? Nótese que el traje y negro y la levita tienen no solamente su belleza política, que es la expresión de la igualdad universal, sino también su belleza poética, que es la expresión del alma pública -un inmenso desfile de enterradores, enterradores políticos, enterradores amorosos, enterradores burgueses. Celebramos cualquier entierro".
Para Baudelaire el duelo perpetuo al que responde el heroísmo mínimo del traje negro caracteriza su época. En la modernidad el héroe se ha despojado del oropel de sus atributos para vestir la levita, hábito urbano, sobrio y multiusos. El héroe es además, un jornalero, un "endeble atleta de la vida", un dandy, un "Hércules desempleado"; es un todos y nadie. El héroe desencantado no se ciega en la búsqueda de gloria. La luz horizontal, sin jerarquía, con la que baña al mundo cotidiano, basta para alumbrar todas sus peregrinaciones. Ese desencanto de la modernidad constituye una nueva actitud, exige un heroísmo de la fuerza moral, heroísmo estético, heroísmo de la eficiencia, el cuál está por inventarse aún. La modernidad no constituye simplemente ruptura, sino que ella misma se inventa como tal ruptura. Así lo entiende Walter Benjamin cuando afirma que "el héroe es el verdadero sujeto de la modernidad".

[Charles Baudelaire, Curiosidades estéticas, Gijón, Júcar, 1988].

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