domingo, 17 de octubre de 2010

La muerte de Virgilio


En el magnífico libro de Hermann Broch, La muerte de Virgilio, escrito mientras Broch estuvo durante cinco semanas encarcelado en Alt-Ausse, tras ser detenido por la Gestapo, marca un paralelo entre la época de Augusto y la suya propia. El libro narra el sueño de Virgilio antes de morir, y se plantea en uno de los muchos diálogos entre el César Augusto y el que me llama la atención, y tiene que ver con la responsabilidad del hombre sobre el tiempo en el que vive y sobre el conocimiento; en dónde sueña Virgilio ésta conversación con el César Augusto:
"Atribuyes al tiempo la responsabilidad por las acciones humanas, hasta lo haces responsable de su pérdida de conocimiento..., Descargas así al hombre, y naturalmente también a ti mismo, de toda responsabilidad; esto es peligroso... Prefiero cargar sobre los hombres la responsabilidad del tiempo en el que viven.
¿Qué era el tiempo?, ¿era tan sólo una corriente en incesante flujo?, ¿no era más bien intermitente, a veces como las aguas de un lago casi cristalino, o incluso de una ciénaga, descansando sobre la nube bicolor del crepúsculo, y a veces de nuevo como una rugiente catarata, salpicando de espuma brillante de arco iris, oleada que todo lo inunda rugiente?
- César, aún sobra espacio suficiente para la responsabilidad del hombre; el hombre puede cumplir su deber bien o mal, y aunque sea el tiempo el que prescribe el círculo de sus tareas, aunque no pueda ejercer sobre éste ningún influjo, permanece inalterable la responsabilidad en lo que toca al deber; el deber del deber permanece inalterado e independiente de los cambios, de ese círculo de cometidos.
- Y ni siquiera puedo admitir que este círculo del deber sea cambiado por el tiempo... El hombre es responsable de los deberes y tareas que se pone como objetivo de sus actos; tiene que dirigirlos a través de todos los tiempos a la comunidad y el Estado, y si lo descuida, el tiempo se vuelve informe. Él, en cambio, tiene que configurar el tiempo y lo configura en el Estado, que es el deber supremo del hombre desde el comienzo.
¡Misterio del tiempo, misterio de su vacío! ¿Por qué se transforma en el tiempo el círculo de los deberes del hombre? Infinitos se extienden los campos saturnales a través del tiempo, inmutables a través de todos los tiempos, pero en el tiempo se halla encarcelada el alma; y más allá de la superficie del tiempo, en las profundidades del cielo y de la tierra, descansa el conocimiento, el objetivo del hombre.
- Siempre queda el conocimiento como deber, siempre queda el conocimiento como la divina misión del hombre".
[Hermann Broch, La muerte de Virgilio, Madrid, Alianza Editorial, 2ª ed., 2007, págs. 405-406].

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