martes, 19 de enero de 2010

BELEROFONTE

Belerofonte, hijo de Glauco y nieto de Sísifo, abandonó Corinto caído en desgracia por haber dado muerte a un tal Belero y luego a su propio hermano. Buscó refugio suplicando a Preto, rey de Tirinto, pero quiso la mala fortuna que Antea, la mujer de Preto, se enamorase perdidamente de él. Al ver que Belerofonte rechazaba sus requerimientos de amor, ella lo acusó de haber intentado seducirla, y Preto la creyó. Pero no se atrevía a arriesgarse a la venganza de las Furias asesinando a un suplicante, y por ese motivo le envió a casa de Yóbanes, el padre de Antea, rey de Licia, con una carta sellada que decía: "Te ruego hagas desaparecer de este mundo al portador de esta carta; ha intentado violar a mi esposa, tu hija". Yóbanes que era reacio a matar a un invitado real, le invitó a que destruyera a Quimera, un monstruo que echaba fuego por la boca, y que tenía cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de serpiente. Antes de llevar a cabo el plan, Belerofonte consultó con el adivino Poliido, quien le aconsejó que primero atrapara y domara el caballo alado Pegaso. Belerofonte encontró bebiendo a Pegaso en Pirene, en la acrópolis de Corinto, y le echó a la cabeza una brida de oro que oportunamente le había regalado Atenea. Entonces Belerofonte venció a la Quimera; volando por encima del monstruo sobre Pegaso lo llenó de flechas y luego metió entre sus mandíbulas un pedazo de plomo colocado en la punta de su lanza. El aliento llameante de la Quimera derritió el plomo, provocando que bajara goteando por su garganta y le quemara sus órganos vitales.
Pero Yóbanes, lejos de premiar a Belerofonte, le envió a luchar contra los guerreros sólimos y sus aliados, las amazonas; los conquistó a ambos, dejando caer sobre sus cabezas grandes rocas. Pero viendo la ingratitud de Yóbanes, que envió a los guardas de palacio a tenderle una emboscada a su regreso. Belerofonte rezó para que mientras el fuera avanzando a pie, Poseidón inundara la llanura de Janto a sus espaldas. Poseidón oyó sus plegarias y envió unas grandes olas que poco a poco corrían hacia delante, y como ningún hombre lograba persuadirle de que se retirara, las mujeres jantias se levantaron las faldas hasta la cintura y corrieron hacia él. El recato de Belerofonte fue tal que se dio media vuelta y echó a correr; y las olas retocedieron con él.
Yóbanes sacó la carta de Preto y pidió informes sobre lo que había pasado, cuando supo la verdad, rogó a Belerofonte que le perdonara, le concedió la mano de su hija Filónoe, y le nombró heredero del trono de Licia.
Cuando estaba en la cumbre de la fortuna, Belerofonte tuvo la insolencia de subir volando al Olimpo, como si fuera un inmortal; pero Zeus envió un tábano a picar a Pegaso por debajo de la cola, haciéndole encabritarse y arrojar a su jinete deshonrosamente a tierra. Belerofonte, que había caído en un matorral de espinos, erró por la tierra, cojo, ciego, solitario y maldito, eludiendo siempre el camino de los hombres, hasta que la muerte se lo llevó.
[Robert Graves, Los mitos griegos, págs. 87-88].

1 comentario:

  1. MUY INTERESANTE EL RELATO QUE HACES DE BELEROFONTE PERSONAJE POCO CONOCIDO CREO QUE DA MUCHO DE SI (HASTA PARA UNA FASCINANTE NOVELA) COM EN GENERAL TODA LA MITOLOGÍA CLÁSICA
    PROFUNDIZANDO EN QUIMERAS ENCONTRÉ UNA MOSCA EN EL CANTO XVII DE LA ILÍADA EL TÁBANO PICANDO EN EL C DE PEGASO LLEVANDO Y HACIENDO CAER AL VENCEDOR DE LA QUIMERA ME RESULTA TAN DIVERTIDO COMO GENIAL

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