miércoles, 23 de diciembre de 2009

JANO Y HERMES


Jano, creador de Roma, durante su reinado se le atribuyeron caracteres de la edad de oro: honestidad perfecta en los seres humanos, abundancia, paz completa. Un hijo suyo fue Tiber, epónimo del río. Fue el dios romano de los accesos y las puertas públicas por las que confluían los caminos. Dios de la partida y el regreso. Eduardo Cirlot lo define: "Jano: contradicciones, paradojas. Mirada del pasado y del presente. Las dos caras, insinceridad e hipocresía. Ilustración, lucha contra todos los maniqueísmos. Don de conocer tanto el pasado como el presente". Personalmente creo que la última definición es la que más me atrae, un dios capaz de ver el pasado y el presente a un mismo tiempo, fuerte símbolo: "Las visiones del futuro expresan el ethos de una época". Los símbolos recojen emotividad, afecto, rasgos del inconsciente, de la líbido y hasta arquetipos humanos muy básicos, así como significados religiosos. Hay una carga afectiva muy fuerte en los símbolos, un significado emocional muy poderoso; por eso son tan importantes. Representan esos aspectos profundamente humanos, por lo cual se plantean como algo que hace vivir, que mueve en la vida a actuar. Es curioso que Cervantes nombrara a Don Quijote como Alonso Quijano. Jano es una figura análoga a Hermes, el dios alado del Olimpo e inventor del fuego, por su relación o nexo de significación entre las cosas, como él, el dios del paso y de la doble relación. De Hermes proviene la palabra hermenéutica para el arte de interpretación de significados ocultos. Zeus, su padre, al ver en él un "diocesito muy ingenioso y persuasivo", le encomendó entre sus obligaciones: "hacer tratados, la promoción del comercio, y el mantenimiento del libre derecho de paso para viajeros de todos los caminos del mundo". Hermes además ayudó a las Tres Parcas a componer el alfabeto, inventó la astronomía, la escala musical, las artes del boxeo y de la gimnasia, los pesos, las medidas y el cultivo del olivo.
[Véase Eduardo Cirlot, Diccionario de los símbolos, Barcelona, Siruela, 10ª ed., 2006, pág. 265; Andrés Ortiz-Osés, Patxi Lanceros, Diccionario de la existencia de asuntos relevantes de la vida humana, Barcelona, Anthropos, 2006, pág. 553; Robert Graves, Los mitos griegos, Barcelona, Ariel, 5ª ed., 1991, pág. 27].

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