El mito de Penélope es el de la fidelidad femenina. Esposa de Ulises, rey de Ítaca y madre de Telémaco, resistió largo tiempo el acoso de sus pretendientes, manteniéndose fiel a su marido, que había ido a la guerra de Troya (Ilíada), y pasó diez años tratando de regresar a su casa, Ítaca (Odisea). Prometió Penélope que elegiría marido entre ellos el día que terminase de tejer un sudario para su suegro, Laertes. Se pasaba el día tejiendo y la noche la dedicaba a destejer lo urdido, durante tres años se entretuvo hasta que una criada la traicionó. A su regreso Ulises dió muerte a los pretendientes, que no querían a Penélope sino por lo que representaba, el reino de Ítaca. Destacamos la paciencia y prudencia de Penélope, y su habilidad para manejar a aquellos ansiosos de riquezas que devastaban su hacienda. Homero hace un retrato de ella en todo momento digna y majestuosa. Así cuenta Homero el engaño:
"Jóvenes pretendientes míos, puesto que ha muerto el divino Odiseo, aguardad, aunque deseéis mi boda, hasta que acabe este manto -no sea que se me pierdan los hilos-, este sudario para el héroe de Laertes, para cuando le arrebate la luctuosa Moira de la muerte de largos lamentos, no sea que alguna de las aqueas en el pueblo se irrite conmigo si yace sin sudario el que poseyó mucho. Así habló y enseguida se convenció nuestro noble ánimo. Conque allí hilaba su gran telar durante el día y por la noche lo destejía, tras colocar antorchas a su lado. Así que su engaño pasó inadvertido durante tres años y convenció a los aqueos, pero cuando llegó el cuarto año y trascurrieron las estaciones, sucediéndose los meses, y se cumplieron muchos días, nos lo dijo una de las mujeres -ella lo sabía bien- y sorprendimos a ésta destejiendo su brillante tela".
[Homero, Odisea, Madrid, Cátedra, 2000, pág. 386].
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