A Carlos y Santi, con amistad
Así se titula el recomendable libro de Javier Reverte, un viaje griego del presente con la continua mirada sobre el pasado. Es un viaje literario, que como dice su autor, recorre el camino tres veces: al idearlo, al pisarlo y al escribir de regreso. La dedicatoria es de Henry Miller, otro viajero de las profundidades del alma humana: "Si los hombres dejan de creer que un día se convertirán en dioses, entonces con toda seguridad no pasarán de ser gusanos". Nombra en multitud de ocasionas otro viaje igualmente complejo y rico en la galería de tipos humanos, El cuarteto de Alejandría (Justine, Balthazar, Mountolive) de Lawrence Durrell:
"Señor del árbol sacudido
de la extremidad del hombre,
¡conserva nuestras pequeñas hojas firmes,
sobre ramas libres de mal,
porque somos tus hijitos!
Que al mismo tiempo no puede dejar de evocarnos al gran filósofo Isaiah Berlin, en El fuste torcido de la humanidad, resumen moral y político sobre la comprensión de nosotros mismos como agentes de la civilización moderna, cuyo título proviene de una frase de Kant: "Con un leño tan torcido como aquel del cual ha sido hecho el ser humano nada puede forjarse que sea del todo recto"; con lo que la mirada serena del pensador pasa revista al conjunto de errores que han enturbiado la puesta en marcha de los ideales racionalistas a los que no es posible ni deseable renunciar.
Pero volvamos a Reverte, que cual Ulises contemporáneo camina el presente con la mirada puesta en el pasado, y nos hace pensar:
"Miras y piensas que pudo ser aquella aventura griega...
Y te dices: ¿dónde la mesura?
Pues todo fue exageración, todo fue exceso. Y sabes que eso es lo que nos enamora de Grecia: su empeño en una búsqueda del equilibrio imposible. Porque tal vez la mesura, la ley, la razón, la belleza absoluta y la armonía ideal sólo se alcanza si uno exagera, si se vulneran los dictados de Dios y de la Naturaleza en nombre de la Libertad.
Conócete a ti mismo, sí, pero rompiendo la medida que te han impuesto y en busca de la tuya propia. Eso, imagino, sólo puede hacerse exagerando, caminando la senda del exceso, por el sendero de la pasión que nos hace libres. Ahí reside, creo, la valiente y humana contradicción del hombre griego".
[Javier Reverte, Corazón de Ulises, Madrid, Aguilar, 1999, pág. 383; Lawrence Durrell, Mountolive, Barcelona, Edhasa, 1986, pág. 336; Isaiah Berlin, El fuste torcido de la humanidad, Barcelona, Península, 1992, pág. 14].
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