lunes, 27 de julio de 2009

El Mundo Clásico de Giorgio de Chirico...



"Se nos da una idea imperfecta de las Siete Maravillas del mundo antiguo. En nuestros días, algunos sabios como Lautréamont y Apollinaire han consagrado el paraguas, la máquina de coser o el sombrero de copa a la admiración general. Y con esta certeza de que no hay nada incomprensible y de que todo, si hace falta, puede servir como símbolo, gastamos tesoros de imaginación. Representarse la esfinge como un león con cabeza de mujer fue antaño un hecho poético. Yo creo que se está formando una verdadera mitología moderna. Y es a Giorgio de Chirico a quien corresponde fijar de forma imperecedera su recuerdo. Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza; de manera similar, el hombre hace la estatua y el maniquí. La necesidad de consolidarla (zócalo, tronco de árbol), la adaptación de éste a su función (trozos de madera barnizada en el lugar de la cabeza y los brazos) son el objeto de todas las preocupaciones de nuestro pintor. No podemos dudar que el estilo de nuestras viviendas le interesa en la misma relación, y de igual modo los instrumentos ya fabricados por nosotros con miras a nuevas construcciones: la escuadra, el transportador, el mapa. La naturaleza de este espíritu lo hacía muy apto para volver a ver los datos sensibles del tiempo y del espacio. Las ramas del árbol genealógico florecen un poco por doquier. Una cierta luz anaranjada aparecía al mismo tiempo como la llama de una vela y como una estrella de mar. Ángulos diedros. Sin embargo, Chirico no supone que un fantasma pueda entrar por otro sitio que por la puerta".

A. Breton, Giorgio de Chirico, presentación de la exposición, Galería Paul Guillaume, París, 1922.

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