"- A lo que yo imagino -dijo don Quijote-, no hay historia humana en el mundo que no tenga sus altibajos, especialmente las que tratan de caballerías, las cuales nunca pueden estar llenas de prósperos sucesos.
-Con todo esto -respondió el bachiller-, dicen algunos que han leído la historia que se holgaran se les hubiera olvidado a los autores della algunos de los infinitos palos que en diferentes encuentros dieron al señor don Quijote.
- Ahí entra la verdad de la historia -dijo Sancho.
- También pudieran callarlos por equidad -dijo don Quijote -, pues las acciones que ni mudan ni alteran la verdad de la historia no hay para qué escribirlas, si han de redundar en menosprecio del señor de la historia. A fe que no fue tan piadoso Eneas como Virgilio le pinta, ni tan prudente Ulises como le describe Homero.
- Así es -replicó Sansón-, pero uno es escribir como poeta, y otro como historiador las ha de escribir, no como debían ser, sino como fueron, sin añadir ni quitar a la verdad cosa alguna".
[Véase, Miguel de Cervantes Saavedra, Don Quijote de la Mancha, Madrid, Edición del Instituto Cervantes 1605-2005, págs. 707-708].
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