sábado, 5 de junio de 2010

Atropos, o Las Parcas, o El Destino


Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828) pintó esta obra decorando los muros de la casa llamada la Quinta del sordo, que adquirió en 1819. Esta obra posiblemente se encontraba en la pared izquierda de la planta alta, junto con Duelo a garrotazos, memoria de la lucha incansable del hombre contra sí mismo.
Se trata de una revisión que hace Goya del tema mitológico del destino de las Moiras, encabezadas por Atropos, diosa de lo inexorable, que porta unas tijeras para cortar el hilo. Cloto, con su rueca, que Goya sustituye por un muñeco o recién nacido, como alegoría de la vida; y Láquesis, la hiladora que en esta representación mira a través de una lente o espejo y simboliza el tiempo, que era lo que medía la longitud de la hebra. A las tres figuras femeninas suspendidas en el aire se une una cuarta de frente y con las manos a la espalda, quizás maniatada, que podría ser un hombre. Según esta interpretación las Parcas están decidiendo el destino del hombre que tiene las manos atadas, es decir, que no puede luchar contra su destino.
O podríamos decir..., se trata de la revisión que hace Goya del tema mitológico romano de las Parcas, que controlaban el metafórico hilo de la vida de todo mortal e inmortal desde el nacimiento hasta la muerte; incluso los dioses las temían, Júpiter estaba sujeto a su poder. El nombre de las tres Parcas era: Nona, que hilaba el hilo de la vida desde su rueca hasta su huso y su equivalente griega era Cloto; Décima que medía el hilo de la vida con su vara y su equivalente griega era Láquesis; Morta que cortaba el hilo de la vida, eligiendo la forma en que la persona moría y su equivalente griega era Atropos.
La propia palabra Moira significa parte, y por extensión porción de vida. Su origen no está claro, algunas fuentes las hacen hijas de Zeus y Temis; otras dicen que su madre era Nix (la noche), Caos o Ananké (la Necesidad). Para Homero, en la Ilíada habla de la Parca como un único ser, y dice Aquiles:
"Mi madre, Tetis, la diosa de argénteos pies, asegura que a mí dobles Parcas me van llevando al término que es la muerte; si sigo aqui luchando en torno de la ciudad de los troyanos, se acabó para mí el regreso, pero tendré gloria inconsumible; en cambio, si llego a mi casa, a mi tierra patria, se acabó para mí la doble gloria, pero mi vida será duradera y no la alcanzaría nada pronto el término que es la muerte".
Para mí Parcas o Atropos expresa la visión tradicional en la que el hombre está expuesto y manipulado por fuerzas externas a él a lo largo de su vida, expresa el poder absoluto del destino por encima de la voluntad humana.
[Homero, Ilíada, Madrid, Gredos, 2006, pág. 176].

martes, 1 de junio de 2010

Complejo de Circe.


Para Julio Caro Baroja existe un complejo de Circe, como se trata de otros (como el de Edipo) y éste es de gran universalidad, dado que la vida amorosa del hombre se halla condicionada por él, al referirse a la acción de la mujer sobre el hombre enamorado, de encanto y hechizo. En el siglo XIX se empleaba más que hoy en día la palabra hechicera que encantadora. En todo caso, la noción de que la mujer tiene unos poderes de seducción que no sólo dependen de su propia belleza, pero que pueden ser complemento de ésta, ha dado lugar a muchas reflexiones, Para Julio Caro Baroja el relato homérico es desde el punto de vista psicológico más interesante que otros posteriores. Circe queda reflejada en la Odisea con caracteres divinos, rodeada de servidumbre femenina, y sobre todo bella. Ha convertido a muchos hombres a través de sus brevajes, en lobos y leones en lo exterior, aunque siguen siendo hombres, desde el punto de vista de los sentimientos. Circe transforma en puercos a los marinos de Ulises, salvo a uno: el más cauto. Pero parece que es su destino el que Ulises la domine, puede hacerlo pero bajo el consejo de uno de los dioses mayores, Hermes. Después hay una especie de pacto entre el astuto héroe y la hechicera convertida en su amante que devuelve la figura a sus compañeros y que viven como él plácidamente en la isla durante el invierno.
Plutarco en sus preceptos conyugales, dedica un pasaje a las mujeres que emplean filtros y encantos para tener dominados a sus maridos mediante el placer. Se convierten éstos en pobres imbéciles. Y añade que los hombres hechizados por Circe no le fueron de ningún uso, después de transformados en puercos o asnos. En cambio, tuvo extraordinario amor por Ulises, que demostró gran discreción y acumen en su compañía.
Con todo ésto explica Caro Barona que nunca la persona que defiende la integridad de la razón frente a la pasión amorosa (u otra) quedará dominada por el hechizo de una mujer, por muy experta que sea. ¿O no?
[Julio Caro Baroja, Ritos y mitos equívocos, Madrid, Istmo, 1995, págs. 224-225].