En tu luz matinal como me envuelves,
¡oh primavera amada! Con todas las delicias del amor, entra en mi pecho tu sacro ardor de eterna llamarada; ¡oh infinita Belleza: si pudiese estrecharte entre mis brazos!
Recostado en tu pecho languidece
mi corazón; de musgos y de flores dulcemente oprimido, desfallece. Tú apaciguas mi sed abrasadora, ¡oh brisa matinal y acariciante! mientras el ruiseñor enamorado me llama entre la niebla vacilante. Ya voy, ya voy, y ¿adónde? ¡Ay! ¿Adónde? Hacia arriba, ¡siempre arriba!
Flotan, flotan las nubes o descienden
y abren paso al amor de ímpetu fiero. A mí hacia mí, contra tu ser, ¡arriba! ¡En abrazo sin par, arriba, arriba! Contra tu corazón, ¡oh dulce padre, oh inmenso padre del amor fecundo! |
miércoles, 23 de enero de 2019
Acuario: el joven Ganímedes, el escanciador de los dioses en el Olimpo.
miércoles, 2 de enero de 2019
POEMA DEL CUARTO ELEMENTO
El dios a quien un hombre de la estirpe de Atreo
apresó en una playa que el bochorno lacera,
se convirtió en león, en dragón, en pantera,
en un árbol y en agua. Porque el agua es Proteo.
apresó en una playa que el bochorno lacera,
se convirtió en león, en dragón, en pantera,
en un árbol y en agua. Porque el agua es Proteo.
Es la nube, la irrecordable nube, es la gloria
del ocaso que ahonda, rojo, los arrabales;
es el Maelström que tejen los vórtices glaciales,
y la lágrima inútil que doy a tu memoria.
del ocaso que ahonda, rojo, los arrabales;
es el Maelström que tejen los vórtices glaciales,
y la lágrima inútil que doy a tu memoria.
Fue, en la cosmogonías, el origen secreto
de la tierra que nutre, del fuego que devora,
de los dioses que rigen el poniente y la aurora.
( Así lo afirman Séneca y Tales de Mileto.)
de la tierra que nutre, del fuego que devora,
de los dioses que rigen el poniente y la aurora.
( Así lo afirman Séneca y Tales de Mileto.)
El mar y la moviente montaña que destruye
a la nave de hierro sólo son tus anáforas,
y el tiempo irreversible que nos hiere y que huye,
agua, no es otra cosa que una de tus metáforas.
a la nave de hierro sólo son tus anáforas,
y el tiempo irreversible que nos hiere y que huye,
agua, no es otra cosa que una de tus metáforas.
Fuiste, bajo ruinosos vientos, el laberinto
sin muros ni ventana, cuyos caminos grises
largamente desviaron al anhelado Ulises,
de la Muerte segura y el Azar indistinto.
sin muros ni ventana, cuyos caminos grises
largamente desviaron al anhelado Ulises,
de la Muerte segura y el Azar indistinto.
Brillas como las crueles hojas de los alfanjes,
hospedas, como el sueño, monstruos y pesadillas.
los lenguajes del hombre te agregan maravillas
y tu fuga se llama el Eúfrates o el Ganges.
hospedas, como el sueño, monstruos y pesadillas.
los lenguajes del hombre te agregan maravillas
y tu fuga se llama el Eúfrates o el Ganges.
( Afirman que es sagrada el agua del postrero,
pero como los mares urden oscuros canjes
y el planeta es poroso, también es verdadero
afirmar que todo hombre se ha bañado en el Ganges.)
pero como los mares urden oscuros canjes
y el planeta es poroso, también es verdadero
afirmar que todo hombre se ha bañado en el Ganges.)
De Quincey, en el tumulto de los sueños, ha visto
empredarse tu océano de rostros, de naciones;
has aplacado el ansia de las generaciones,
has lavado la carne de mi padre y de Cristo.
empredarse tu océano de rostros, de naciones;
has aplacado el ansia de las generaciones,
has lavado la carne de mi padre y de Cristo.
Agua, te lo suplico. Por este soñoliento
nudo de numerosas palabras que te digo,
acuérdate de Borges, tu nadador, tu amigo.
no faltes a mis labios en el postrer momento.
nudo de numerosas palabras que te digo,
acuérdate de Borges, tu nadador, tu amigo.
no faltes a mis labios en el postrer momento.
[Jorge Luis Borges, El otro, el mismo, en Obras Completas, Barcelona, RBA, 2005, 2 Vols. I, págs. 869-870].
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