domingo, 16 de abril de 2017

LA REVOLUCIÓN HUMANISTA






El gran proyecto político, artístico y religioso de la modernidad ha sido encontrar un sentido a la vida que no esté originado en algún gran plan cósmico. El humanismo espera que las experiencias de los humanos den sentido al gran cosmos; para ellos, los humanos deben extraer de sus experiencias internas no solo sentido de su propia vida, sino del universo todo. El humanismo crea pues sentido para un mundo sin sentido. Somos los humanos el último sentido, y el libre albedrío su máxima autoridad. El humanismo enseña que algo puede ser malo solo si hace que alguien se sienta mal. Nuestros sentimientos aportan sentido no sólo a nuestra vida privada, sino también a los procesos sociales y políticos. Al mismo tiempo, todo lo que puede decirse de la ética y de la política es aplicable a la estética, con lo que para los humanistas la única fuente de la creación artística y del valor estético son los sentimientos humanos. La ética se resume en "Si hace que te sientas bien, hazlo"; en política: "el elector es quién mejor sabe lo que le conviene"; y en estética: "la belleza está en los ojos del observador". 
La clave humanista para la educación es enseñar al hombre a pensar por sí mismo. Asume que cada humano tiene un auténtico yo interior, pero cuando intenta escucharlo, muchas veces se encuentra con el silencio o con voces opuestas. Durante el medioevo la fórmula del saber era: CONOCIMIENTO = ESCRITURAS X LÓGICA; en la revolución científica: CONOCIMIENTO = DATOS EMPÍRICOS X MATEMÁTICAS; pero no podían los científicos abordar cuestiones de valor y sentido, no podían emitir juicios éticos; pero cuando los humanistas adquirieron confianza en sí mismos crearon una nueva fórmula del saber, CONOCIMIENTO = EXPERIENCIAS X SENSIBILIDAD. Significa que buscamos el conocimiento invirtiendo muchos años en acopiar experiencias e intentando comprenderlas correctamente a través de nuestra sensibilidad. 
La experiencias son subjetivas e incluye tres elementos: sensaciones, emociones y pensamientos. La sensibilidad significa, primero prestar atención a mis sensaciones, emociones y pensamientos; y en segundo lugar, permitir que las sensaciones, emociones y pensamientos influyan en mí. Mientras las experiencias y la sensibilidad se retroalimentan continuamente en un ciclo que nunca acaba, la sensibilidad se puede "educar" con práctica. Por ejemplo, nuestra sensibilidad moral proviene de nuestras experiencias y forman una fuente de valioso conocimiento ético acerca de lo que es bueno, de lo que es justo y de quién soy de verdad. 
La finalidad última humanista es desarrollar completamente nuestro conocimiento a través de la gran variedad de experiencias intelectuales, emocionales y físicas. La clave humanista se puede resumir en ésta máxima de Wilhelm von Humboldt:
"Sólo hay una cumbre en la vida: haber tomado la medida en sentimiento de todo lo que es humano".
[Véase, Yuval Noah Harari, Homo Deus, Barcelona, Debate, 2016, págs. 248-268].