lunes, 6 de octubre de 2014

HORKHEIMER Y ULISES





"El héroe trágico tiene su origen en el conflicto entre la tribu y sus miembros, conflicto en el cual siempre cae vencido el individuo. Puede decirse que la vida del héroe no es tanto una manifestación de la individualidad como preámbulo a su nacimiento, que se logra mediante las bodas de la autoconservación con el autosacrificio. El único de los héroes homéricos en cuyo caso nos llama la atención su individualidad y fuerza para tomar decisiones propias es Ulises, héroe demasiado astuto para parecer realmente heroico".

[Max Horkheimer, Crítica a la razón intrumental, Buenos Aires, Sur, 1969, pág. 140.]

jueves, 2 de octubre de 2014

HANNA ARENDT Y HOMERO




"Lo que en Homero aparece todavía casi indiferenciado, la potencia violenta de las grandes gestas y la fuerza arrebatadora de las grandes palabras que las acompañan persuadiendo así a la asamblea de los que miran y escuchan, a nosotros se nos presenta ya claramente dividido en la polis misma entre las competiciones —las únicas ocasiones en que toda Grecia se juntaba para admirar la fuerza desplegada sin violencia—y los debates y discusiones inacabables. En este último caso, las dos caras de todas las cosas, que todavía en Homero se daban en la lucha, caen exclusivamente en el ámbito del hablar, donde toda victoria es ambigua como la victoria de Aquiles y una derrota puede ser tan célebre como la de Héctor. Pero en los debates ya no se trata de dos bandos en que los respectivos oradores se manifiesten como personas, si bien es inherente a todo hablar, por muy «objetivo» que  se pretenda, que el hablante aparezca (de un modo difícilmente aprehensible pero no por ello menos insistente y esencial). De la ambivalencia con que Homero versificaba la guerra troyana resulta ahora una multiplicidad infinita de objetos aludidos, los cuales,al ser tratados por tantos en la presencia de otros muchos, son sacados a la luz de lo público, donde están obligados a mostrar todos sus lados. Únicamente en tal completud puede un asunto aparecer en su plena realidad, con lo que debe tenerse presente que toda circunstancia puede mostrarse en tantas facetas y perspectivas como seres humanos implique. Puesto que para los griegos el espacio político–público es lo común (koinon) en que todos se reúnen, sólo él es el territorio en que todas las cosas, en su completud, adquieren validez. Esta capacidad, basada en último término en aquella imparcialidad homérica que solamente veía un asunto desde el contraste de todas sus partes, es peculiar de la Antigüedad y hasta nuestros días todavía no ha sido igualada en toda su apasionada intensidad. En tal capacidad también se basan los trucos de los sofistas, cuyo significado para la liberación del pensamiento humano de las ataduras dogmáticas se subestima cuando se los juzga, siguiendo el ejemplo platónico, moralmente. Pero este talento para la argumentación es de importancia secundaria para la constitución de lo político acaecida por primera vez en la polis. Lo decisivo no es que se pudiera dar la vuelta a los argumentos y volver  las afirmaciones del revés, sino que se obtuviera realmente la facultad de ver los temas desde distintos lados, lo que políticamente significa que cada uno percibiera los muchos puntos de vista posibles dados en el mundo real a partir de los cuales algo puede ser contemplado y mostrar,a pesar de su mismidad, los aspectos más variados.Esto significa bastante más que la exclusión del propio interés, que sólo se obtiene algo negativo y comporta el riesgo de perder el vínculo con el mundo y la inclinación por sus objetos y asuntos. La facultad de mirar el mismo tema desde los más diversos ángulos reside en el mundo humano, capacita para intercambiar el propio y natural punto de vista con el de los demás junto a los que se está en el mundo y consigue, así, una verdadera libertad de movimiento en el mundo de lo espiritual, paralela a la que se da en el de lo físico. Este recíproco convencer y persuadir, que era el auténtico comportamiento político de los ciudadanos libres de la polis, presuponía un tipo de libertad que no estaba inmutablemente vinculada, ni espiritual ni físicamente, al propio punto de vista o posición. 
Su peculiar ideal, su modelo para la aptitud específicamente política está en la phronesis, aquel discernimiento del hombre político (del politikos, no del hombre de estado, que aquí no existe), que tiene tan poco que ver con la sabiduría que Aristóteles incluso la remarcó como opuesta a la sabiduría de los filósofos. Discernimiento en un contexto político no significa sino obtener y tener presente la mayor panorámica posible sobre las posiciones y puntos de vista desde los que se considera y juzga un estado de cosas. De esta phronesis, la virtud política cardinal para Aristóteles, apenas se ha hablado durante siglos".

[Hanna Arendt, ¿Qué es Política?, Barcelona, Paidós, 1997, págs. 110-112].

sábado, 12 de julio de 2014

GRECIA DE HÖLDERLIN




GRECIA

Bajo la sombra de los plátanos,
donde el Iliso corría entre las flores,
los jóvenes soñaban con la gloria;
donde Sócrates conquistaba los corazones
y Aspasia pasaba entre los mirtos,
mientras los clamores de un gozo fraterno
resonaba en el Agora ruidoso,
y mi Platón forjaba paraísos;

en tiempos en que solemnes himnos magnificaban
y torrentes de entusiasmos fluían a la primavera
de lo alto de la montaña de Minerva,
en homenaje a la diosa protectora;
y cuando en la dulzura de innumerables horas llenas de poesía,
la vejez fluía como un sueño divino,
entonces, amigo mío, hubiera querido conocerte
tal como mi corazón te halla, pero años atrás.

¡Ah! qué abrazo hubiera sido el nuestro.
Tú me habrías cantado las hazañas de Maratón,
y el fervor más hermoso
habría brillado en tus embriagados ojos.
Tu corazón templaríase al sentir la victoria
y tu cabeza, que el laurel rodearía,
libre pues del peso triste de la vida
que apenas nos alivia con un soplo de dicha.

¿Ha desaparecido la estrella del amor
y el dulce fulgor rosa de la juventud?
Ah, tú, no sentiste la fuga de los años
en la danza de las doradas horas de la Hélade.
Eternos como la llama de la Vestales,
el coraje y el amor ardían entonces
en todos los corazones,
y como el fruto de las Hespérides
se abría incesante el dulce gozo juvenil.

¿De todo ese siglo de oro, por qué
el destino no te ha reservado una parte?
¡Aquellos deliciosos atenienses
eran tan dignos de tus inflamados cantos!
Apoyado contra tu lira jubilosa,
bebiendo la sangre de la dulce uva de Quío,
habría descansado, ardiente aún,
del agitado tumulto del Agora.

¡Sí, y en aquella edad mejor,
tu corazón amante, tu gran corazón fraterno
no se habría batido en vano por un pueblo
al que con gusto ofrecemos lágrimas de gratitud!
Mas ten paciencia, no dudes que vendrá la hora
que a tu alma divina librará del polvo.
¡Muere! En vano buscarás por esta tierra
tu elemento, oh espíritu preclaro.

¡Ática, la gigante, ha caído!
El eterno silencia de la muerte se incuba
en las tumbas de quienes fueron hijos de los dioses,
en las ruinas de los palacios de mármol.
La sonriente y dulce primavera, que llega,
ya no encuentra a sus hermanos:
en el valle santa del Iliso
un lúgubre desierto los recubre.

Mi deseo se vuela hacia aquel país mejor,
hacia Alceo y Anacreonte,
y yo, querría dormir en mi estrecha tumba,
junto a los santos de Maratón.
¡Que esta lágrima sea, pues, la última
vertida por la sagrada Grecia!
Oh Parcas, haced sonar vuestras tijeras,
ya que mi corazón pertenece a los muertos.

jueves, 19 de junio de 2014

DEMOCRACIA GRIEGA E INTELIGENCIA COLECTIVA EN PIERRE LÉVY



"Hemos heredado de los griegos una tipología política que permite responder a la pregunta: ¿quién detenta el poder en la ciudad? Pero ya no se trata más de dar el poder al pueblo, a sus representantes, o a quien sea. Hoy, el problema político ya no es tomar el poder, sino acrecentar las potencias del pueblo, o de grupos humanos cualesquiera. El poder hace perder. Pasaríamos pues del ideal de la democracia (del griego démos pueblo, y kratein, dirigir, mandar) al de la demodinámica (del griego dunamis, fuerza, potencia). La demodinámica requiere una política molecular. Ella surge del ciclo de la escucha, de la expresión, de la evaluación, de la organización, de las conexiones transversales y de la visión emergente. Suscita la regulación en tiempo real, el aprendizaje cooperativo continuo, la valorización óptima de las cualidades humanas y la exaltación de las singularidades. La demodinámica no se refiere a un pueblo soberano, cosificado, fetichizado, enclavado en un territorio, identificado por la tierra o la sangre, sino a un pueblo en potencia, en perpetua vía de conocerse y de hacerse, por alumbramiento, un pueblo en devenir.
(...) ¿Quién es, pues, el Minotauro? ¿Es la bestia espantosa que devoraba a los jóvenes atenienses en el fondo de su oscuro antro? Esta versión del Minotauro es la de los griegos. Pero los griegos polémicos, hijos de Micenas y lectores de la Ilíada no podían comprender a Cnosos, el enigma de una civilización irénica. El Minotauro, el hombre toro, no es otra cosa que el acróbata minoico que ejecuta sobre el toro sagrado peligrosos saltos rituales. El Minotauro, el híbrido hombre-toro, surge en el centro del laberinto, pero se trata del patio central del palacio de Cnosos. Se presenta al aire libre, ligero, gracioso, en el lugar soleado de un ancho pozo de luz.
Los minoicos no fueron vencidos en la guerra. Su cultura se vino abajo luego de una serie de catástrofes naturales y dispersiones que la llevaron lejos de la isla. No se encontró ningún cadáver en los escombros del palacio incendiado. Los griegos se vinieron a implantar en Creta solo después de la decadencia de su civilización original. Teseo matando al Minotauro son los micénicos ocultando la civilización minoica, una civilización artista, técnica, pero sin armas y sin esclavitud. Los griegos polémicos ocultaron la Creta irenica. Bajo el conflicto, la paz. Los griegos escondieron a Minos, lo enterraron profundamente, en el lugar más bajo, ya que hicieron de él el juez de los infiernos. Y bajo el disfraz transparente de Zeus es efectivamente el Toro minoico quien porta a Europa.
El proyecto de la inteligencia colectiva presupone el abandono de la perspectiva del poder. Quiere abrir el vacío central, el pozo de claridad que permite el juego con la alteridad, la quimerización y la complejidad laberíntica. Ahora bien, el palacio de luz, laberinto blanco, huella arquitectónica de una alegría de vivir, de una belleza, de una ligereza soberana, se convierte, a los ojos de la polémica que solo se reconoce a ella misma en todas partes, en el laberinto negro, trampa mortal que abriga a un monstruo devorador de hombres. La leyenda del laberinto manifiesta la incapacidad de hallar la salida pacífica. Tanto en el lejano pasado cretense como en el horizonte del opaco
futuro planetario, la cultura de la potencia y de la paz parece indescifrable. La escritura Lineal B, la escritura de los micénicos en Creta, fue decodificada. Pero todavía no se ha encontrado la clave de la Lineal A, grafía de los minoicos antes de la conquista micénica. El enigma de la paz está aun sellado. Descifremos, pues, la lineal A o, más bien, inventemos la ideografía dinámica, la escritura del porvenir, la sobrelengua de los colectivos inteligentes. En lugar de ampliar las fortalezas del poder, refinemos la arquitectura del ciberespacio, el último laberinto. En cada circuito integrado, en cada chip electrónico se ve y no se sabe leer la cifra secreta, el emblema complicado de la inteligencia colectiva, mensaje irénico disperso al viento".
[Pierre Lévy, Inteligencia colectivapor una antropología del ciberespacio, http://inteligenciacolectiva.bvsalud.org, págs. 56 y 142].

domingo, 15 de junio de 2014

KARL POPPER Y HOMERO


"Cuando entran en contacto dos o más culturas diferentes, las personas constatan que sus formas y costumbres, que desde antiguo se daban por supuestas, no son naturales, no son las únicas posibles, ni están decretadas por los dioses ni forman parte de la naturaleza humana. Hallaron que su cultura es obra de hombres y de la historia. Se abre así un mundo de posibilidades nuevas: se abren las ventanas y entra aire nuevo. Esta es una suerte de ley sociológica, y es mucho lo que explica. Y sin duda alguna desempeñó un importante papel en la historia de Grecia.
En efecto, uno de los principales temas de Homero en la Ilíada, incluso en la Odisea, es precisamente el tema del choque cultural. Y el choque cultural es por supuesto uno de los temas principales de la Historia de Herodoto. Es muy grande su significación para la civilización griega.
Sin embargo, esta explicación no me satisfacía del todo. Y desde hace mucho tiempo pensé que había que renunciar a ella. Pensaba que un milagro como el milagro ateniense no puede explicarse, y aún pienso así, pienso que no puede explicarse totalmente. Y menos puede explicase por la transcripción de las obras de Homero, aunque sin duda esto tuvo una gran influencia. 
(...) Homero fue nada menos que el primer entretenimiento público. (...) El gran éxito de Homero en Atenas dio lugar a algo como la comercialización de libros: sabemos que se dictaban libros a grupos de esclavos que sabían leer y escribir, quienes los ponían por escrito sobre papiro; estas hojas se reunían en rollos o libros, y se vendían en el mercado en un lugar denominado la orquesta. 
(...) Sugiero pues que la publicación de las obras de Homero fue la primera publicación de la historia, de hecho la invención de la publicación, al menos en la región mediterránea. Esto no sólo convirtió a la obra de Homero en la biblia (biblion) de Atenas; hizo además, de sus libros, el primer instrumento de educación, el primer manual, el primer libro de lectura, la primera novela. La obra de Homero enseñó a leer y escribir a los atenienses.
(...) Por lo tanto, según mi hipótesis la primera publicación en Europa fue la publicación de Homero, y este afortunado hecho estimuló el cariño de los griegos hacia Homero y los héroes homéricos, la cultura popular y la democracia ateniense. Pero creo que hizo aún más. El propio Homero pintó con palabras de forma detallada y realista escenas tan expresivas e interesantes, (...) lo que animó a escultores y pintores a imitarle en sus respectivos medios. (...) De ahí que no pueda negarse la influencia del poder de la lectura sobre las artes. (...) Puedo afirmar así que la influencia cultural del mercado del libro fue inestimable. Sin duda todos los elementos del milagro cultural ateniense estuvieron muy influidos por este mercado".

[Karl Popper, En busca de un mundo mejor, Barcelona, Paidós, 1994, págs. 144-148]. 

lunes, 26 de mayo de 2014

SHAKESPEARE Y HOMERO



Y yo -como uno perdido en un bosque espinoso,
Que rasga las espinas y las espinas le rasgan,
Buscando un camino y extraviando el camino; 
No sabiendo cómo encontrar el aíre libre,
Pero trabajando desesperadamente para encontrarlo-
Me atormento para apoderarme de la corona inglesa:
Y de ese tormento me libraré,
O me abriré brecha para salir con un hacha ensangrentada,
Caray, puedo sonreír, y asesinar mientras sonrío,
Y gritar ¡Contento! a quien hiere mi corazón,
y humedecer mis mejillas con lagrimas artificiales,
Y ajustar mi rostro a todas las ocasiones.
Ahogaré a más marineros que ahogará la Sirena;
Mataré a más mirones que el basilisco;
Haré de orador tan bien como Néstor,
Engañaré más astutamente que lo que pudo Ulises,
Y, como en Sinón, tomaré otra Troya.
Puedo añadir colores al camaleón,
Intercambiar formas con Proteo con ventaja, 
Y mandar a la escuela al asesino Maquiavelo.
¿Puedo hacer esto y no puedo conseguir una corona?
¡Puf! Aunque estuviera más alta, le echaré mano.

[William Shakespeare, Enrique VI].


sábado, 17 de mayo de 2014

Borges: Ulises. El otro, el mismo.



EL OTRO

En el primero de sus largos miles
De hexámetros de bronce invoca el griego
A la ardua musa o a un arcano fuego
Para cantar la cólera de Aquiles.
Sabía que otro –un Dios- es el que hiere
De brusca luz nuestra labor oscura;
Siglos después diría la Escritura
Que el Espíritu sopla donde quiere.
La cabal herramienta a su elegido
Da el despiadado dios que no se nombra:
A Milton las paredes de la sombra,
El destierro a Cervantes y el olvido.
Suyo es lo que perdura en la memoria
Del tiempo secular. Nuestra la escoria.


ODISEA, LIBRO VIGÉSIMO TERCERO

Ya la espada de hierro ha ejecutado
La debida labor de la venganza;
Ya los ásperos dardos y la lanza
La sangre del perverso han prodigado.
A despecho de un dios y de sus mares
A su reino y su reina ha vuelto Ulises,
A despecho de un dios y de los grises
Vientos y dcl estrépito de Ares.
Ya en el amor del compartido lecho
Duerme la clara reina sobré el pecho
De su rey pero ¿dónde está aquel hombre
Que en los días y noches del destierro
Erraba por el mundo como un perro
Y decía que Nadie era su nombre?

[José Luis Borges, El otro, el mismo, 1964. Ya en el prólogo avisa Borges que "Ajedrez misterioso la poesía, cuyo tablero y cuyas piezas cambian como en un sueño y sobre el cual me inclinaré después de haber muerto"].

martes, 6 de mayo de 2014

DE DIOSES Y HOMBRES



Un monasterio en las montañas del Magreb en los años noventa. Ocho monjes cistercienses viven en perfecta armonía con la población musulmana. Un grupo de fundamentalistas islámicos asesina a un equipo de trabajadores extranjeros y el pánico se apodera de la región. El ejército ofrece protección a los monjes, pero estos la rechazan. ¿Qué deben hacer? ¿Irse, quedarse? A pesar de la creciente amenaza, empiezan a darse cuenta de que no tienen elección y deben quedarse, pase lo que pase. La película se basa a grandes rasgos en la vida de los monjes cistercienses del Tibhirine, en Argelia, desde el año 1993 hasta su secuestro en 1996. El secuestro y asesinato de los siete monjes franceses del Tibhirine en 1996 marcó el apogeo de la violencia y de las atrocidades que azotaban Argelia como resultado del enfrentamiento entre el gobierno y grupos extremistas decididos a derrocarlo. La desaparición de los monjes, atrapados entre ambos bandos, afectó profundamente a unos gobiernos, a la comunidad religiosa y a la opinión pública internacional. La identidad de los asesinos y las circunstancias exactas de su muerte siguen siendo un misterio. El caso está en los tribunales franceses desde 2003. Algunos documentos recientemente desclasificados quizá ayuden a despejar el misterio en los meses venideros.

sábado, 19 de abril de 2014

DISCURSO DE GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ AL RECIBIR EL PREMIO NOBEL DE LITERATURA


Antonio Pigafetta, un navegante florentino que acompañó a Magallanes en el primer viaje alrededor del mundo, escribió a su paso por nuestra América meridional una crónica rigurosa que sin embargo parece una aventura de la imaginación. Contó que había visto cerdos con el ombligo en el lomo, y unos pájaros sin patas cuyas hembras empollaban en las espaldas del macho, y otros como alcatraces sin lengua cuyos picos parecían una cuchara. Contó que había visto un engendro animal con cabeza y orejas de mula, cuerpo de camello, patas de ciervo y relincho de caballo. Contó que al primer nativo que encontraron en la Patagonia le pusieron enfrente un espejo, y que aquel gigante enardecido perdió el uso de la razón por el pavor de su propia imagen.
Este libro breve y fascinante, en el cual ya se vislumbran los gérmenes de nuestras novelas de hoy, no es ni mucho menos el testimonio más asombroso de nuestra realidad de aquellos tiempos. Los cronistas de Indias nos legaron otros incontables. Eldorado, nuestro país ilusorio tan codiciado, figuró en mapas numerosos durante largos años, cambiando de lugar y de forma según la fantasía de los cartógrafos. En busca de la fuente de la Eterna Juventud, el mítico Alvar Núñez Cabeza de Vaca exploró durante ocho años el norte de México, en una expedición venática cuyos miembros se comieron unos a otros y sólo llegaron cinco de los 600 que la emprendieron. Uno de los tantos misterios que nunca fueron descifrados, es el de las once mil mulas cargadas con cien libras de oro cada una, que un día salieron del Cuzco para pagar el rescate de Atahualpa y nunca llegaron a su destino. Más tarde, durante la colonia, se vendían en Cartagena de Indias unas gallinas criadas en tierras de aluvión, en cuyas mollejas se encontraban piedrecitas de oro. Este delirio áureo de nuestros fundadores nos persiguió hasta hace poco tiempo. Apenas en el siglo pasado la misión alemana de estudiar la construcción de un ferrocarril interoceánico en el istmo de Panamá, concluyó que el proyecto era viable con la condición de que los rieles no se hicieran de hierro, que era un metal escaso en la región, sino que se hicieran de oro.
La independencia del dominio español no nos puso a salvo de la demencia. El general Antonio López de Santana, que fue tres veces dictador de México, hizo enterrar con funerales magníficos la pierna derecha que había perdido en la llamada Guerra de los Pasteles. El general García Moreno gobernó al Ecuador durante 16 años como un monarca absoluto, y su cadáver fue velado con su uniforme de gala y su coraza de condecoraciones sentado en la silla presidencial. El general Maximiliano Hernández Martínez, el déspota teósofo de El Salvador que hizo exterminar en una matanza bárbara a 30 mil campesinos, había inventado un péndulo para averiguar si los alimentos estaban envenenados, e hizo cubrir con papel rojo el alumbrado público para combatir una epidemia de escarlatina. El monumento al general Francisco Morazán, erigido en la plaza mayor de Tegucigalpa, es en realidad una estatua del mariscal Ney comprada en París en un depósito de esculturas usadas.
Hace once años, uno de los poetas insignes de nuestro tiempo, el chileno Pablo Neruda, iluminó este ámbito con su palabra. En las buenas conciencias de Europa, y a veces también en las malas, han irrumpido desde entonces con más ímpetus que nunca las noticias fantasmales de la América Latina, esa patria inmensa de hombres alucinados y mujeres históricas, cuya terquedad sin fin se confunde con la leyenda. No hemos tenido un instante de sosiego. Un presidente prometeico atrincherado en su palacio en llamas murió peleando solo contra todo un ejército, y dos desastres aéreos sospechosos y nunca esclarecidos segaron la vida de otro de corazón generoso, y la de un militar demócrata que había restaurado la dignidad de su pueblo. En este lapso ha habido 5 guerras y 17 golpes de estado, y surgió un dictador luciferino que en el nombre de Dios lleva a cabo el primer etnocidio de América Latina en nuestro tiempo. Mientras tanto 20 millones de niños latinoamericanos morían antes de cumplir dos años, que son más de cuantos han nacido en Europa occidental desde 1970. Los desaparecidos por motivos de la represión son casi los 120 mil, que es como si hoy no se supiera dónde están todos los habitantes de la ciudad de Upsala. Numerosas mujeres arrestadas encintas dieron a luz en cárceles argentinas, pero aún se ignora el paradero y la identidad de sus hijos, que fueron dados en adopción clandestina o internados en orfanatos por las autoridades militares. Por no querer que las cosas siguieran así han muerto cerca de 200 mil mujeres y hombres en todo el continente, y más de 100 mil perecieron en tres pequeños y voluntariosos países de la América Central, Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Si esto fuera en los Estados Unidos, la cifra proporcional sería de un millón 600 mil muertes violentas en cuatro años.
De Chile, país de tradiciones hospitalarias, ha huido un millón de personas: el 10 por ciento de su población. El Uruguay, una nación minúscula de dos y medio millones de habitantes que se consideraba como el país más civilizado del continente, ha perdido en el destierro a uno de cada cinco ciudadanos. La guerra civil en El Salvador ha causado desde 1979 casi un refugiado cada 20 minutos. El país que se pudiera hacer con todos los exiliados y emigrados forzosos de América Latina, tendría una población más numerosa que Noruega.
Me atrevo a pensar que es esta realidad descomunal, y no sólo su expresión literaria, la que este año ha merecido la atención de la Academia Sueca de las Letras. Una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual éste colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte. Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad.
Pues si estas dificultades nos entorpecen a nosotros, que somos de su esencia, no es difícil entender que los talentos racionales de este lado del mundo, extasiados en la contemplación de sus propias culturas, se hayan quedado sin un método válido para interpretarnos. Es comprensible que insistan en medirnos con la misma vara con que se miden a sí mismos, sin recordar que los estragos de la vida no son iguales para todos, y que la búsqueda de la identidad propia es tan ardua y sangrienta para nosotros como lo fue para ellos. La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios. Tal vez la Europa venerable sería más comprensiva si tratara de vernos en su propio pasado. Si recordara que Londres necesitó 300 años para construir su primera muralla y otros 300 para tener un obispo, que Roma se debatió en las tinieblas de incertidumbre durante 20 siglos antes de que un rey etrusco la implantara en la historia, y que aún en el siglo XVI los pacíficos suizos de hoy, que nos deleitan con sus quesos mansos y sus relojes impávidos, ensangrentaron a Europa con soldados de fortuna. Aún en el apogeo del Renacimiento, 12 mil lansquenetes a sueldo de los ejércitos imperiales saquearon y devastaron a Roma, y pasaron a cuchillo a ocho mil de sus habitantes.
No pretendo encarnar las ilusiones de Tonio Kröger, cuyos sueños de unión entre un norte casto y un sur apasionado exaltaba Thomas Mann hace 53 años en este lugar. Pero creo que los europeos de espíritu clarificador, los que luchan también aquí por una patria grande más humana y más justa, podrían ayudarnos mejor si revisaran a fondo su manera de vernos. La solidaridad con nuestros sueños no nos haría sentir menos solos, mientras no se concrete con actos de respaldo legítimo a los pueblos que asuman la ilusión de tener una vida propia en el reparto del mundo.
América Latina no quiere ni tiene por qué ser un alfil sin albedrío, ni tiene nada de quimérico que sus designios de independencia y originalidad se conviertan en una aspiración occidental.
No obstante, los progresos de la navegación que han reducido tantas distancias entre nuestras Américas y Europa, parecen haber aumentado en cambio nuestra distancia cultural. ¿Por qué la originalidad que se nos admite sin reservas en la literatura se nos niega con toda clase de suspicacias en nuestras tentativas tan difíciles de cambio social? ¿Por qué pensar que la justicia social que los europeos de avanzada tratan de imponer en sus países no puede ser también un objetivo latinoamericano con métodos distintos en condiciones diferentes? No: la violencia y el dolor desmesurados de nuestra historia son el resultado de injusticias seculares y amarguras sin cuento, y no una confabulación urdida a 3 mil leguas de nuestra casa. Pero muchos dirigentes y pensadores europeos lo han creído, con el infantilismo de los abuelos que olvidaron las locuras fructíferas de su juventud, como si no fuera posible otro destino que vivir a merced de los dos grandes dueños del mundo. Este es, amigos, el tamaño de nuestra soledad.
Sin embargo, frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida. Ni los diluvios ni las pestes, ni las hambrunas ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas a través de los siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte. Una ventaja que aumenta y se acelera: cada año hay 74 millones más de nacimientos que de defunciones, una cantidad de vivos nuevos como para aumentar siete veces cada año la población de Nueva York. La mayoría de ellos nacen en los países con menos recursos, y entre éstos, por supuesto, los de América Latina. En cambio, los países más prósperos han logrado acumular suficiente poder de destrucción como para aniquilar cien veces no sólo a todos los seres humanos que han existido hasta hoy, sino la totalidad de los seres vivos que han pasado por este planeta de infortunios.
Un día como el de hoy, mi maestro William Faulkner dijo en este lugar: «Me niego a admitir el fin del hombre». No me sentiría digno de ocupar este sitio que fue suyo si no tuviera la conciencia plena de que por primera vez desde los orígenes de la humanidad, el desastre colosal que él se negaba a admitir hace 32 años es ahora nada más que una simple posibilidad científica. Ante esta realidad sobrecogedora que a través de todo el tiempo humano debió de parecer una utopía, los inventores de fábulas que todo lo creemos, nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra.
Agradezco a la Academia de Letras de Suecia el que me haya distinguido con un premio que me coloca junto a muchos de quienes orientaron y enriquecieron mis años de lector y de cotidiano celebrante de ese delirio sin apelación que es el oficio de escribir. Sus nombres y sus obras se me presentan hoy como sombras tutelares, pero también como el compromiso, a menudo agobiante, que se adquiere con este honor. Un duro honor que en ellos me pareció de simple justicia, pero que en mí entiendo como una más de esas lecciones con las que suele sorprendernos el destino, y que hacen más evidente nuestra condición de juguetes de un azar indescifrable, cuya única y desoladora recompensa, suelen ser, la mayoría de las veces, la incomprensión y el olvido.
Es por ello apenas natural que me interrogara, allá en ese trasfondo secreto en donde solemos trasegar con las verdades más esenciales que conforman nuestra identidad, cuál ha sido el sustento constante de mi obra, qué pudo haber llamado la atención de una manera tan comprometedora a este tribunal de árbitros tan severos. Confieso sin falsas modestias que no me ha sido fácil encontrar la razón, pero quiero creer que ha sido la misma que yo hubiera deseado. Quiero creer, amigos, que este es, una vez más, un homenaje que se rinde a la poesía. A la poesía por cuya virtud el inventario abrumador de las naves que numeró en su Iliada el viejo Homero está visitado por un viento que las empuja a navegar con su presteza intemporal y alucinada. La poesía que sostiene, en el delgado andamiaje de los tercetos del Dante, toda la fábrica densa y colosal de la Edad Media. La poesía que con tan milagrosa totalidad rescata a nuestra América en las Alturas de Machu Pichu de Pablo Neruda el grande, el más grande, y donde destilan su tristeza milenaria nuestros mejores sueños sin salida. La poesía, en fin, esa energía secreta de la vida cotidiana, que cuece los garbanzos en la cocina, y contagia el amor y repite las imágenes en los espejos.
En cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar los espíritus esquivos de la poesía, y trato de dejar en cada palabra el testimonio de mi devoción por sus virtudes de adivinación, y por su permanente victoria contra los sordos poderes de la muerte. El premio que acabo de recibir lo entiendo, con toda humildad, como la consoladora revelación de que mi intento no ha sido en vano. Es por eso que invito a todos ustedes a brindar por lo que un gran poeta de nuestras Américas, Luis Cardoza y Aragón, ha definido como la única prueba concreta de la existencia del hombre: la poesía.
Muchas gracias.

martes, 8 de abril de 2014

100 AÑOS DE NIEBLA DE UNAMUNO Y HOMERO



"Para Antolín, el principal, casi el único valor de las grandes obras maestras del ingenio humano consiste en haber provocado un libro de crítica o de comentario; los grandes artistas, poetas, pintores, músicos, historiadores, filósofos, han nacido para que un erudito haga su biografía y un crítico comente sus obras, y una frase cualquiera de un gran escritor directo no adquiere valor hasta que un erudito no la repite y cita la obra, la edición y la página en que la expuso. Y todo aquello de la solidaridad del trabajo colectivo no era más que envidia e impotencia. Pertenecía a la clase de esos comentadores de Homero que si Homero mismo redivivo entrase en su oficina cantando lo echarían a empellones porque les estorbaba el trabajar sobre los textos muertos de sus obras y buscar un apax cualquiera en ellas".

[Miguel de Unamuno, Niebla, Barcelona, Bruguera, 4ª ed., 1986, pág. 169].

domingo, 30 de marzo de 2014

lluis llach verges 2007 . Viatge a Ítaca


Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca
debes rogar que el viaje sea largo,
lleno de peripecias, lleno de experiencias.

No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,
ni la cólera del airado Posidón.
Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta
si tu pensamiento es elevado, si una exquisita
emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.

Los lestrigones y los cíclopes
y el feroz Posidón no podrán encontrarte
si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,
si tu alma no los conjura ante ti.

Debes rogar que el viaje sea largo,
que sean muchos los días de verano;
que te vean arribar con gozo, alegremente,
a puertos que tú antes ignorabas.

Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,
y comprar unas bellas mercancías:
madreperlas, coral, ébano, y ámbar,
y perfumes placenteros de mil clases.

Acude a muchas ciudades del Egipto
para aprender, y aprender de quienes saben.
Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:
llegar allí, he aquí tu destino.

Mas no hagas con prisas tu camino;
mejor será que dure muchos años,
y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,
rico de cuanto habrás ganado en el camino.

No has de esperar que Ítaca te enriquezca:
Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.
Sin ellas, jamás habrías partido;
mas no tiene otra cosa que ofrecerte.

Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.
Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,
sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.

sábado, 15 de marzo de 2014

ULISES EN EL INFIERNO DE DANTE



Virgilio le revela a Dante, que en el infierno son castigados Ulises y Diomedes:
"Allí dentro se tortura / a Ulises y Diomedes, y así juntos / en la venganza van como en la ira; / y dentro de su llama se lamenta / del caballo el ardid, que abrió la puerta / que fue gentil semilla a los romanos"...
Juntos en la venganza divina, dado que, pecando juntos, provocaron la ira de Dios en vida; y enumera los tres pecados por los cuales los dos se encuentran allí, es decir:
1.- El engaño del caballo de Troya, que provocando la caída de la ciudad hizo que de Troya saliese después Eneas, noble progenitor de los Romanos.
2.- El descubrimiento de Aquiles, que fue vestido de mujer por la madre Tetis y mandado a la corte de Licomedes para que no participase en la Guerra de Troya. Ulises y Diomedes, vestidos como mercaderes, usaron la astucia de mostrarle espadas, descubriéndolo entre las mujeres y obligándolo a partir hacia la guerra, abandonando a su amante Deidamía que murió de dolor, y que todavía muerta se lamente del amante infiel.
3.- El robo del Paladio (estatua de madera que representaba a Atenea) que protegía Troya.
Dante se muestra extremadamente ansioso con hablar con los dos, probablemente porque en todo el Medioevo había un gran misterio sobre cual había sido el final de Ulises (Dante no conocía la Odisea porque no sabía hablar el griego, si bien había leido algunos resúmenes mutados por escritores latinos) y llega a pedirle a Virgilio bien cinco veces en dos tercetos:
"Si adentro de aquella flámula pueden / hablar, dije yo, Maestro, mucho te ruego / y te suplico, así que el ruego valga mil,  / que la ocasión de esperar no me niegues / a que la llama encornada hasta aquí se llegue; / ¡Mira cómo a ella me arroja el deseo!".
En este episodio Dante reproduce su situación respecto de los griegos y su literatura: siendo que su lengua (el griego) no era conocida en Italia ellos "hablaban" sólo a través de los autores latinos  (Virgilio) que la habían traducido, sintetizado y citado en sus obras.
[Dante Aligheri, Divina Comedia, Madrid, Cátedra, 6ª ed., 2000, págs. 232-233].


viernes, 21 de febrero de 2014

EL HÉROE DE LEVITA PARA BAUDELAIRE



"En cuanto al traje, la piel del héroe moderno (...) ¿no tiene este traje tan victimado, su belleza y su encanto indígena? ¿No es necesario el traje para nuestra época doliente, que lleva sobre sus espaldas negras y magras el símbolo de un duelo perpetuo? Nótese que el traje y negro y la levita tienen no solamente su belleza política, que es la expresión de la igualdad universal, sino también su belleza poética, que es la expresión del alma pública -un inmenso desfile de enterradores, enterradores políticos, enterradores amorosos, enterradores burgueses. Celebramos cualquier entierro".
Para Baudelaire el duelo perpetuo al que responde el heroísmo mínimo del traje negro caracteriza su época. En la modernidad el héroe se ha despojado del oropel de sus atributos para vestir la levita, hábito urbano, sobrio y multiusos. El héroe es además, un jornalero, un "endeble atleta de la vida", un dandy, un "Hércules desempleado"; es un todos y nadie. El héroe desencantado no se ciega en la búsqueda de gloria. La luz horizontal, sin jerarquía, con la que baña al mundo cotidiano, basta para alumbrar todas sus peregrinaciones. Ese desencanto de la modernidad constituye una nueva actitud, exige un heroísmo de la fuerza moral, heroísmo estético, heroísmo de la eficiencia, el cuál está por inventarse aún. La modernidad no constituye simplemente ruptura, sino que ella misma se inventa como tal ruptura. Así lo entiende Walter Benjamin cuando afirma que "el héroe es el verdadero sujeto de la modernidad".

[Charles Baudelaire, Curiosidades estéticas, Gijón, Júcar, 1988].

domingo, 16 de febrero de 2014

BAUDRILLARD Y LA SEDUCCIÓN ENTRE DIOSES Y HOMBRES



"Se puede imaginar (¿pero por qué imaginar? es así)  que los dioses y los  hombres,  en  lugar de  estar  separados  por  el  abismo  moral  de  la religión, empiezan a seducirse y ya no mantienen más que relaciones de seducción — ha pasado en Grecia. Pero quizás ocurre también con el  bien y el mal, y lo verdadero  y  lo  falso,  y  todas  esas grandes distinciones que nos sirven para descifrar el mundo y mantenerlo bajo el  sentido, todos  esos  términos cuidadosamente  acuartelados  a  costa de  una  energía  enorme  — eso  no  se  ha  logrado siempre,  y  las verdaderas catástrofes, las verdaderas revoluciones siempre consisten en la implosión de uno de esos sistemas de dos términos; un universo o un fragmento de universo se acaba en ese momento — sin embargo, la mayoría de las veces esta implosión es lenta y se hace por desgaste de los términos. Es a lo que asistimos hoy: a la erosión lenta de todas las estructuras polares a la vez, hacia un universo en trance de perder el relieve mismo del sentido. Desimbuido, desencantado, desafectado: terminado el mundo como voluntad representación".

[Jean Baudrillard, De la seducción, Madrid, Cátedra, 1981, pág. 100].