lunes, 5 de noviembre de 2012

DIALÉCTICA GRIEGA






Livio Sichirollo nos recuerda que en la Ilíada las expresiones en griego antiguo que podemos relacionar con lo que ahora entendemos por «dialéctica», salvando todas las distancias, se refieren a los momentos críticos de opción en circunstancias dramáticas, cuando no trágicas, a la capacidad del ser humano para pensar, decidir y actuar en las situaciones extremas, por ejemplo, en la mitad del combate a muerte, cuando Héctor tiene que decidir qué hacer frente a Aquiles. En la primera cultura clásica griega, por tanto, la dialéctica hacía referencia a capacidad y libertad de decisión en situaciones límite, siendo por tanto un sinónimo de elección y libertad: «Es necesario aceptar la lucha». 
Sichirollo nos explica luego que esta visión clásica antigua de la dialéctica fue siendo arrinconada por otra diferente, aséptica,  fría, que sacrificaba su identidad de decisión y lucha por la de un simple saber o técnica argumentativa, cercana a la oratoria y a la retórica, un instrumento en manos de la casta de los filósofos que debían regir el destino de la ciudad-Estado en plena decadencia, cuando la democracia había sido derrotada por la oligarquía. La castración de la esencia liberadora de la dialéctica inicial, de su poder argumentativo crítico, fue realizada por Platón y por Aristóteles. 

[Livio Sichirollo, Dialéctica, Barcelona, Labor, 1976] 




domingo, 4 de noviembre de 2012

VIAJE A CNOSOS



"Varios siglos antes de alcanzar su pleno desarrollo, en la época clásica, la Grecia luminosa de las ciudades, el antiguo mundo helénico era dominado por la civilización micénica. En la Ilíada, es Agamenón, rey de Micenas, quien conduce la expedición aquea contra Troya. En la actualidad, cuando el viajero se encuentra delante de las ruinas de la antigua fortaleza despejada por los arqueólogos, descubre murallas de varios metros de espesor, hecha de enormes bloques, ciclópea. En esta civilización guerrera, todo el esfuerzo de los hombres, toda la acumulación material servía para separar el interior del exterior.
Muy diferente a la fortaleza micénica, e incluso anterior a ella, el palacio de Cnosos fue durante siete siglos el principal centro de irradiación de la civilización minoica. El palacio cretense está desprovisto de fortificaciones. La pacífica cultura minoica dirigió sus esfuerzos a la complejidad de la arquitectura, a la decoración de los salones, a la belleza e ingeniosidad del acondicionamiento interior (alcantarillas, red de agua potable, etcétera). Toda la energía empleada en Micenas en la masa de las murallas fue empleada en Cnosos en el refinamiento del modo de vida, para complicar el plano, para hacer proliferar todo un lujo de detalles arquitectónicos: escaleras, patios, columnas, estatuas, pisos, terrazas, antecámaras, grandes salones de ceremonias, pequeñas piezas secretas, cámaras de tesoros, recodos, resaltos, pasillos sin salida… El palacio de Cnosos es tremendamente complicado, pero abierto al cielo y al sol por medio de sus patios y sus tragaluces, da al mundo y a la ciudad por puertas y ventanas. Se conecta con los otros palacios de las grandes ciudades cretenses por calles adoquinadas. Los minoicos, que no vivían en una civilización polémica, que orientaban su espíritu hacia otros problemas ajenos a la defensa, al ataque, a la correlación de fuerzas y al dominio, al mismo tiempo que se abrían por medio de las artes y el comercio a las otras sociedades, plegaron y replegaron su mundo hacia sí mismo, haciendo irradiar la fabulosa riqueza estética que antecede y condiciona posiblemente el “milagro griego”. Porque no levantaban murallas, los minoicos inventaron el laberinto, es decir, la complejidad cultural, la inteligencia colectiva proyectada al espacio arquitectónico.
¿Quién es, pues, el Minotauro? ¿Es la bestia espantosa que devoraba a los jóvenes atenienses en el fondo de su oscuro antro? Esta versión del Minotauro es la de los griegos. Pero los griegos polémicos, hijos de Micenas y lectores de la Ilíada no podían comprender a Cnosos, el enigma de una civilización irénica. El Minotauro, el hombre toro, no es otra cosa que el acróbata minoico que ejecuta sobre el toro sagrado peligrosos saltos rituales. El Minotauro, el híbrido hombre-toro, surge en el centro del laberinto, pero se trata del patio central del palacio de Cnosos. Se presenta al aire libre, ligero, gracioso, en el lugar soleado de un ancho pozo de luz. Los minoicos no fueron vencidos en la guerra. Su cultura se vino abajo luego de una serie de catástrofes naturales y dispersiones que la llevaron lejos de la isla. No se encontró ningún cadáver en los escombros del palacio incendiado. Los griegos se vinieron a implantar en Creta solo después de la decadencia de su civilización original. Teseo matando al Minotauro son los micénicos ocultando la civilización minoica, una civilización artista, técnica, pero sin armas y sin esclavitud. Los griegos polémicos ocultaron la Creta irenica. Bajo el conflicto, la paz. Los griegos escondieron a Minos, lo enterraron profundamente, en el lugar más bajo, ya que hicieron de él el juez de los infiernos. Y bajo el disfraz transparente de Zeus es efectivamente el Toro minoico quien porta a Europa".

[Pierre Levy, Inteligencia colectiva, por una antropología del ciberespacio, París, La Découverte (Essais), 1956, págs. 151-152].