jueves, 27 de mayo de 2010

La Odisea y Alfanhuí de Rafael Sánchez Ferlosio.

En Industrias y andanzas de Alfanhuí (1951) de Rafael Sánchez Ferlosio hay motivos literarios y fantásticos similares a la Odisea homérica. Queda claro que no es una novela picaresca, pero se asemeja a las novelas fantásticas de los cuentos nórdicos, los cuentos surrealistas de Supervielle, las leyendas chinas o la fantasía oriental en sentido amplio, los cuentos de Andersen o el realismo mágico de los relatos de Bontempelli, el Pinocho de Collodi, Peter Pan, los Cuentos de Maldoror de Lautreamont, los Cuentos de un soñador de Lord Dunsany, Totó el bueno de Cesare Zavattini, o "El tribunal formado por Ramón, Federico y Antoine" de Benet.
La novela se divide en tres partes, la primera narra el aprendizaje junto a su maestro de un niño de nombre Alfanhuí; mientras la segunda y tercera cuentan su periplo por tierras extremeñas y castellanas. La primera característica con la obra homérica es el concepto de viaje como aprendizaje y la observación de las pericias que se viven: hogar-aventura-hogar. Es la búsqueda de sí mismo a través de los aconteceres, viaje exterior que lo es interior y formativo. Las similitudes están en el Cap. II, cuando deambula por la sierra sin ropa de abrigo, llegando a casa de unos serranos que lo acogen y abrigan. Allí cuenta sus aventuras, y conoce a una niña, que cuando marcha llora desconsolada. El episodio tiene similitudes con la Odisea VI, cuando Ulises es acogido por los feacios, les cuenta su historia y conoce a Nausícaa.
Siguiendo el viaje iniciático se encuentra con unos hitos de piedra, enfrentados a los lados de un camino, una vieja le cuenta que rememoran a una bruja y una monja que habían reñido allí tiempo atrás, y que se habían dado muerte. Se parece a lo que cuenta Homero en Odisea XII de Escila y Caribdis.
Poco después llega a un pueblo donde le cuentan la historia de un olmo inmenso que es capaz de aprisionar los vientos en su copa y guardarlos durante siete días y siete noches que se parece al odre entregado a Ulises por el dios Éolo en Odisea X.
En el cap. III Alfanhuí conoce a un gigante que vive solitario en una cabaña, llamado Heráclito, y que tiene un único ojo. Su soledad se parece a la de Polifemo en Odisea IX, cuya única diferencia es la bondad de Heráclito.
En el cap. IV Alfanhuí pasa un año en casa de su abuela, un poco bruja, que empolla los huevos en sus manos, naciendo tórtolas, cuclillos y toda clase de pájaros, pero también lagartos y culebras. Se asemeja a la maga Circe en el canto X.
En los caps. XI-XII trabaja en una herboristería donde adquiere la sabiduría de las plantas, pero parece mudo y olvidado y que recupera sus ojos y toda memoria cuando deja de trabajar allí; recordándonos el canto IX de la Odisea cuando llegan al país de los lotógrafos y comen loto, olvidando su patria y su familia.
[Véase, Rafael Sánchez Ferlosio, Industrias y andanzas de Alfanhuí, Madrid, Alianza, 1970; Manuel Sanz Morales, "La Odisea como antecedente literario de Alfanhuí, de Rafael Sánchez Ferlosio", en Estudios griegos e indoeuropeos, Nº 17, 2007, págs. 249-261].