viernes, 26 de marzo de 2010

La Escuela Crítica de Frankfurt y el Mundo de Homero

Para la Escuela Crítica de Frankfurt la épica de Homero, o más concretamente, a medias épica mítica, a medias protonovela racional, había anticipado los temas centrales de la Ilustración. [Para Adorno, Horkheimer, Marcuse y Walter Benjamin, el mayor fracaso de la mentalidad de la Ilustración no fue su incapacidad para crear condiciones sociales en las que el nombre y cosa pudieran unirse legítimamente, sino más bien su eliminación sistemática de la negación en el lenguaje; con lo que se convirtió en nominalista, sustitución de fórmulas por conceptos, antes que realista, reconociendo el discurso del hombre e ignorando el de Dios]. Un ejemplo era la comprensión de que la autonegación y el renunciamiento eran el precio de la racionalidad subjetiva. Esa negación inicial de la unidad del hombre y la naturaleza estaba la raíz de todas las insuficiencias posteriores de la civilización. Comentaban que en la Odisea abundaba la relación entre renunciamiento y autoconservación en el pensamiento occidental: la negativa de Ulises a comer lotos o el ganado de Hiperión, a yacer con Circe sólo después de haberla hecho jurar de que no lo transformaría en un cerdo, su atarse al mástil de la nave para evitar el seductor canto de las sirenas... y añaden que con respecto a este último episodio, cargado de significaciones simbólicas, tenía semejanza con los trabajadores modernos que reprimían la gratificación a fin de continuar su tarea. Para el privilegiado la cultura seguía siendo "una promesa de bondad" sin la posibilidad de la realización. Fundamentalmente la versión de la racionalidad de Ulises era un esbozo de lo que llegaría después, al luchar contra la dominación mítica del destino, se veía forzado a negar su unidad con la totalidad. Por necesidad, para asegurar su autoconservación, debía desarrollar una racionalidad subjetiva y particular; su racionalidad se basaba en la estratagema y la instrumentalidad. Para Horkheimer y Adorno, Ulises era el prototipo de ese dechado de los valores de la Ilustración, el hombre económico moderno. Su viaje traicionero anticipaba la ideología burguesa del riesgo como la justificación moral de los beneficios. Incluso su matrimonio con Penélope involucraba el principio del intercambio, su fidelidad y el renunciamiento a sus cortejantes durante su ausencia a cambio de su retorno.
Para la escuela crítica, Homero tenía también un fuerte elemento de nostalgia, de deseo de reconciliación, el hogar al cual Homero quería regresar estaba todavía alienado con la naturaleza, mientras la verdadera nostalgia se justificaba, como señaló Novalis, sólo cuando el hogar significaba naturaleza.
[Martin Jay, La imaginación dialéctica, Madrid, Taurus, 1974, reimpresión 1984, págs. 424-427].

domingo, 21 de marzo de 2010

NIETZSCHE Y LOS DIOSES GRIEGOS

Para Friedrich Nietzsche los griegos no sabían ofrecer a sus dioses un condimento más agradable para su felicidad que las alegrías de la crueldad. Se pregunta ¿Con qué ojos creéis, pues, que hace Homero que sus dioses miren hacia los destinos de los hombres?. ¿Qué sentido último tuvieron, en el fondo, las guerras troyanas y otras atrocidades trágicas semejantes? Y responde que no hay menor duda, estaban concebidas como festividades para los dioses; y en la medida en que el poeta está en esto constituido más divinamente que los demás hombres, sin duda también como festivales para los poetas... Y añade: "De igual manera que los filósofos morales de Grecia pensaron más tarde que los ojos de los dioses continuaban contemplando la lucha moral, el heroísmo y el automartirio del virtuoso: el Hércules del deber estaba en un escenario, y lo sabía; la virtud sin testigos era algo completamente impensable para aquel pueblo de actores. Aquella invención de filósofos tan temeraria, tan funesta, hecha por vez primera entonces para Europa, la invención de la voluntad libre, de la absoluta espontaneidad del hombre en el bien y en el mal, ¿no tuvo que hacerse ante todo para conseguir el derecho a pensar que el interés de los dioses por el hombre, por la virtud humana, no podía agotarse jamás? En ese escenario de la tierra no debían faltar nunca cosas verdaderamente nuevas, tensiones, peripecias, catástrofes realmente inauditas: un mundo pensado de manera completamente determinista habría resultado adivinable para los dioses y, en consecuencia, también fastidioso al poco tiempo, -¡razón suficiente para que los amigos de los dioses, los filósofos, no impusieran a aquéllos tal mundo determinista! Toda la humanidad antigua está llena de delicadas consideraciones para con el espectador, dado que era aquél un mundo esencialmente público, esencialmente hecho para los ojos, incapaz de imaginarse la felicidad sin espectáculos y fiestas. -Y, como ya hemos dicho, ¡también en la gran pena hay muchos elementos festivos!...".
[Friedrich Nietzsche, La genealogía de la moral, Madrid, Alianza Editorial, 16ª reimpresión, 1994, págs. 78-79, Cursivas del autor].
Nota: El cuadro es de Peter Paul Rubens (1577-1640) y se encuentra en el Museo del Prado, Madrid. Además de París, aparecen Hermes, Atenea, Afrodita y Hera.