sábado, 20 de marzo de 2010

LOS VIAJES DE ODISEO

Odiseo llegó a la isla de Sicilia, donde el Titán-Sol Hiperión, al que algunos llaman Helio, apacentaba siete manadas de magníficas vacas, a razón de cincuenta cada rebaño, y grandes rebaños de robustas ovejas. Odiseo hizo que sus hombres juraran que se contentarían con las provisiones que les había dado Circe y no robarían una sola vaca. Desembarcaron y amarraron el navío pero el Viento Sur sopló durante treinta días, y pasaron calamidades aún pescando y cazando todos los días, y Euríloco desesperado por el hambre, llevó aparte a sus compañeros y les indujo a matar parte del ganado, en compensación pensaban erigir a Hiperión un magnífico templo a su regreso a Itaca, asaron buena carne para un banquete de seis días. Odiseo se horrorizó cuando despertó, Hiperión se quejó a Zeus, quien al ver que la nave de Odiseo surcaba el mar, envió una súbita tormenta del oeste que derribó el mástil, haciéndolo caer sobre la cabeza del timonel; luego descargó un rayo en la cubierta. La nave se hundió y todos los que iban en ella se ahogaron, con excepción de Odiseo. Éste consiguió amarrar el mástil y la quilla flotantes con una cuerda de cuero de buey y se sentó a horcajadas en esta embarcación provisional. Pero comenzó a soplar un viento del sur que lo llevó de nuevo al remolino de Caribdis. Odiseo se asió al tronco de una higuera silvestre arraigada en lo alto del risco y colgado de ella esperó sin cejar a que el mástil y la quilla fuesen tragados y vomitados de nuevo; luego se asentó otra vez en ellos y se alejó remando con los brazos. Tras nueve días a la deriva desembarcó en la isla de Ogigia, donde vivía Calipso, la hija de Tesis y Océano, o quizá de Nereo, o Atalante.
[Homero, Odisea, Madrid, Cátedra, 2000, págs. 220-233].