martes, 29 de junio de 2010

Homero y la risa.

Nos cuenta Homero que Hefesto dice a los Dioses, cuando descubre la infidelidad de su mujer Afrodita con Ares a los que engaña y atrapa con unos hilos suaves como tela de araña, invisibles y que construye sobre su lecho nupcial :
"Padre Zeus y los demás dioses felices que vivís siempre, venid aquí para que veáis un acto ridículo y vergonzoso: cómo Afrodita, la hija de Zeus, me deshonra continuamente porque soy cojo y se entrega amorosamente al pernicioso Ares; que él es hermoso y con los dos pies, mientras que yo soy lisiado. Pero ningún otro es responsable, sino mis dos padres: ¡no me debían haber engendrado! Pero mirad dónde duermen estos dos en amor; se han metido en mi propia cama. Los estoy viendo y me lleno de dolor, pues nunca esperé ni por un instante que iban a dormir así por mucho que se amaran. Pero no van a desear ambos seguir durmiendo, que los sujetará mi trampa y las ligaduras hasta que mi padre me devuelva todos mis regalos de esponsales, cuántos le entregué por la muchacha de cara de perra. Porque su hija era bella, pero incapaz de contener sus deseos".
Así habló, y los dioses se congregaron junto a la casa de piso de bronce. Llegó Posidón, el que conduce su carro por la tierra; llegó el subastador, Hermes, y llegó el soberano que dispara desde lejos, Apolo. Pero las hembras, las diosas, se quedaban por vergüenza en casa cada una de ellas.
Se apostaron los dioses junto a los pórticos, los dadores de bienes, y se les levantó inextingible la risa al ver las artes del prudente Hefesto.
[Homero, Odisea, Madrid, Cátedra, 11ª ed., 2000, pág. 159].

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